Revista Opinión
De nuevo he sentido todos los olores que me brinda la naturaleza.
Os preguntaréis porqué digo esto. Es relativamente sencillo. Durante este verano Hemos tenido unas temperaturas anormales, estilo 'caloret' de Rita Barberá.
Pero no me refiero a que el sol caliente más de lo habitual, me refiero a algo verdaderamente muy importante para no cargarnos el planeta en donde nos depositaron.
Los incendios que se producen, las más de las veces son intencionados y arrasan muchas hectáreas, al parecer, de zonas muy apetecibles para determinadas posibles acciones urbanísticas.
Acabo de ver un vídeo donde un aficionado graba en una zona donde se observan distintos puntos secuenciales que se encienden como si fueran las velas de una tarta de cumpleaños.
No sé cómo se pueden atrapar a estas indeseables personas desaprensivas que provocan esta barbarie, incluso en zonas protegidas.
¿Para qué sirven los ministerios? ¿Los contribuyentes pagamos sueldos para nada?
Propongo que cada vez que surja un incendio provocado se deje de pagar el sueldo a esos responsables que deben velar por el buen funcionamiento de los montes y bosques, para que se preocupen de algo que cuesta mucho poblar y regenerar.
Hoy he tenido la suerte de pasear con una fina lluvia que cala en la tierra, en las plantas y masas arbóreas que existen en la aldea donde estoy y tengo la suerte de disfrutar.
Esos olores me han producido hasta lágrimas que no sabía si eran las gotas de esa fina lluvia o realmente me surcaban por mis ojos pensando en lo que nos regala la naturaleza y algunos se empeñan en destruir.
Seamos responsables.