Han pasado 10 días de las elecciones generales del 20-D y queda claro que el pomposo interés general ha derivado en interés personal. Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera, por mucho que se tiren los trastos y los titulares a la cabeza, tienen un par de cosas en común: su arrogancia y su obsesión por la poltrona. Ni una sola autocrítica, ni una sola rectificación sincera, ni un solo paso efectivo para ayudar a España a salir del atolladero de la crisis y el desgobierno. Los cuatro se autopostulan como los únicos salvadores de un país que ha votado y gritado en las urnas su hartazgo hacia tanta palabrería y tan pocos hechos. Negocien discretamente, pacten, cedan, suden la gota gorda y, sobre todo, sean honrados. No mientan y no nos tomen por tontos. Para eso les pagamos. Y, ya de paso, dejen de ser telepredicadores a todas horas y ahuyenten a los/las trepas oportunistas que revolotean a su lado.
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