Un coche se desliza por las curvas sinuosas de una carretera al borde del mar. La luz es tan cálida y anaranjada que recuerda la de Atrapa a un ladrón (1955). Al volante podría estar Grace Kelly conduciendo por ese paisaje, tan semejante al de la Riviera donde, en 1982, ya convertida en Princesa de Mónaco, fallecería tras un accidente automovilístico.
Pero nada más distante de la realidad: estamos en Sudáfrica, nos acercamos a Ciudad de Cabo, y nos envuelve un blues alucinante, la voz de Sixto Rodríguez que nos susurra que Sugar Man es la respuesta y que ya está harto del doble juego que escucha. La única coincidencia con Grace Kelly es que él también desapareció prematuramente.
La historia de este primer documental de Malik Bendjelloul es tan alucinante como la vida que cuenta. El director debía realizar un trabajo para la televisión de 30 minutos y, tras oír a Rodríguez cantar, se propuso convertirlo en una película y hoy ya ha ganado el premio Especial del Jurado y también del Público en Sundance y se encuentra entre los finalistas al mejor documental en los Oscars 2013.



La historia podía acabar aquí pero, en realidad, ni siquiera ha comenzado. Una de sus escasas seguidoras se va de vacaciones a Sudáfrica y se lleva el disco, que hace escuchar a sus amigos. Evidentemente es un exitazo y la cinta (estamos en los años 70) empieza a circular a más velocidad que los porros de la época. Resultado: los discos se publican en el país, se venden mejor que los de los Rolling Stones y Rodríguez se convierte en un fenómeno de sociedad… sudrafricano.

