Sebastian Errazuriz. Artista, diseñador y activista.
Sebastian Errazuriz (1977, Santiago, Chile) partió en 1983 con sus padres a la ciudad de Londres a la edad de seis años.
Pasado el tiempo, volvió a Santiago donde obtuvo una Licenciatura en Diseño en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Siguió su formación con clases de Arte en Washington y de cine en Edimburgo. Y con una Maestría en Bellas Artes por la Universidad de Nueva York , ciudad en la que reside y trabaja en la actualidad.
Sebastian Errazuriz es un artista y diseñador con una carrera floreciente, y es uno de los pocos creadores internacionales cuya mezcla de géneros, áreas, oficios y disciplinas produce constantemente trabajos que son plenamente contemporáneos y con reconocimiento internacional.
Errazuriz es famoso por sus intervenciones públicas y por los objetos que diseña, donde aborda temáticas actuales de manera provocadora.
El hombre que no deja nada al azar y que no se sorprende con el talento de nadie, a los cinco años ya quería ser artista.
“Sabía que si me esforzaba muchísimo, que si tenía un poco de suerte, y que si efectivamente tenía una cantidad equis de talento, lo máximo a lo que podría aspirar sería a hacer un pequeño aporte, un pequeño gesto dentro de la historia macro de las artes“.
Durante un tiempo se instaló en Chile donde fue columnista, tenía un programa de televisión y daba clases en tres universidades. Pero en Chile era un bicho raro. “Allá, salirse del marco está mal visto. Ser capaz de romper con lo establecido tiene costes muy altos“.
Y en 2006 partió a Nueva York para probarse de verdad. Y no fue fácil. “Esta ciudad es como estar en las olimpíadas del arte“, comenta.
En esta ciudad están algunas de las personas con más dinero del mundo, “y es gente que está acostumbrada a los más altos niveles de exquisitez cultural… Y por otro, aquí están todos aquellos artistas que vienen a competir“.
“Ese pulso, esa velocidad, esa competencia, esa exigencia, es muy positiva porque te destruye a diario, te recuerda que tal vez puedes ser alguien importante en un pequeño pueblo o ciudad, pero que aquí no eres nada ni nadie. Y eso te exige una disciplina altísima“.
Y aunque muchos todavía ven sus innovaciones más extremas como sorpresas ingeniosas, hoy en día los críticos le respetan.
Así, por ejemplo, en la realización de objetos que él denomina “Múltiples“, dividió una taza de café en dos para poder compartirla. Y también juntó unos palillos chinos que al final formaban un tenedor occidental.
Mucha gente puede ver estos experimentos como una anécdota ingeniosa… “y quizás no terminan de calar porque, en nuestra sociedad, repensar las cosas de forma diferente, que es lo que hacen los niños, no va relacionado con hacerse mayor“.
A lo mejor, cada uno de los ejercicios que él hace no tienen importancia por sí mismos, pero sí cuando se convierten en una práctica. “Tienes que ir todos los días para hacer un cambio sustancial“.
Al final, su práctica se trata siempre de seguir el proceso de cuestionamiento: “ser capaz de presentarse ante la realidad y cuestionarla“.
Es joven, ambicioso, pero sobre todo, tiene muy claro lo que quiere y donde quiere llegar.
Su taller en Brooklyn (Nueva York), es un típico conjunto de antiguas fábricas, un loft gigante donde conviven su amplia oficina, sus talleres, sus obras.
Todo esta en perfecto orden, incluso las herramientas que -colgadas- parecen una instalación artística. Nada es feo, no hay nada al azar.
Sebastian Errazuriz tampoco tiene pinta de artista. “La imagen del artista que viene de la bohemia, que es un muerto de hambre, una suerte de outsider, un tipo incapaz de comunicarse con nadie salvo a través de un vómito de pureza interior que es su obra, me carga…. Yo no soy así”, dice con firmeza.
Sus obras sorprendentes y provocativas, siempre invitan al espectador a plantearse una nueva mirada de la realidad, a menudo oculta a sus ojos.
“Cuando uno es capaz de ilustrar a través de una metáfora una situación a la que todos estamos acostumbrados, lo que puede llegar a conseguir es muy potente”.
La gente consigue ver lo cotidiano de manera diferente, y eso lo ha conseguido a base de provocar, sobre todo con temas socio-políticos, lo que le ha generado más de un conflicto con empresas, con la Iglesia y con gobiernos.
Con su talento aborda desde obras de arte políticas hasta enormes proyectos de arte público, muebles experimentales, diseño de productos, zapatos de mujer y hasta motocicletas. Su idea es generar obras que eduquen, entretengan e inspiren.
“Yo tengo un estudio en el que desarrollamos algo así como cuarenta proyectos en paralelo, que van desde el interior de un avión hasta una instalación de arte público a gran escala; o un zapato“.
En la actualidad trabaja, dentro del área de producto y diseño industrial, en un proyecto ambicioso que es… como en un ejercicio constante “la reinvención de todos los objetos básicos, de todos los objetos cotidianos“.
“Ahora tengo toda una parte del equipo trabajando en esto para poder invitar a la gente, más que a comprar el producto, a ver conmigo cómo sería el proceso de re-imaginar y resolver“.
Taller en Brooklyn (Nueva York) de Sebastian Errazuriz. Un loft gigante donde conviven su amplia oficina, sus talleres y sus obras.
Sus trabajos son originales y provocativos en diferentes disciplinas.
Errazuriz ha recibido numerosas veces el reconocimiento internacional y de la crítica. Ha realizado más de 50 exposiciones internacionales, retrospectivas, instalaciones públicas de alto impacto.
Sus obras han ido adquiriendo cada vez cotizaciones más altas -llegando a precios que superan los 200 mil dólares- y son adquiridas por museos y coleccionistas de arte de todo el mundo. Pero él aclara que no es un millonario.
“Yo no tengo nada. Ni casa, ni coche. Todo lo invierto en mis obras, en mis diseños, en el arte. No me quejo. Vivo bien; pero mantener todo esto funcionando requiere de mucho esfuerzo”.
Él planifica hasta los detalles más ínfimos, “Yo no creo en la suerte… Todo lo que me ha pasado lo he buscado y planificado cuidadosamente… Cada movimiento está estudiado. Estoy donde he querido estar”.
A él lo que le gusta es el proceso completo. “La cantidad de operaciones que hay que hacer para lograr hacer un proyecto son muchas. Y yo me involucro en todas. Hay que financiarla, vender la idea, lograr que vaya gente, que la muestren en la prensa, en las redes sociales“.
“Si hay que escribir el comunicado de prensa, lo hago. Tomar la fotografía… Me encanta la parte creativa, pero disfruto también la ejecución. Creo que es la única manera como las cosas funcionan… En fin, es un camino muy largo“.
“Si yo me encerrara en la obra, entonces no estaría donde estoy”. Según él, está comenzando, pero ya no le para nadie: “Tengo cuerda para rato“, reconoce.
Como obsesivo adicto al trabajo, Errazuriz se convirtió, a la edad de 28 años, en el segundo artista sudamericano vivo en subastar obras en la importante subasta de Diseño del Siglo XX de Sotheby’s.
“No sé descansar. No me cojo nunca vacaciones porque me siento culpable cuando no haga nada“.
Sebastian reconoce que es un privilegio poder dedicarse todos los días a hacer lo que uno quiere.
“Costó llegar hasta aquí. Durante mucho tiempo uno sabía que si dejaba de trabajar se podía caer todo. Ahora ya no es el caso, pero aún sigo con la mentalidad de que si paro se podría derrumbar todo“.
“No sé, simplemente me cuesta; estoy aprendiendo a descansar pero la verdad es que está siendo una rehabilitación dura“.
En 2007, fue seleccionado como uno de los 10 mejores diseñadores internacionales emergentes -una de las promesas del diseño en el mundo- elegido por la prestigiosa revista I.D. Y su ya mítica portada fue un punto de inflexión para él.
En 2010 recibió el título de Diseñador Chileno del Año, y al final del año 2011 fue seleccionado para el Compasso d ‘Oro.
Die Gestalten Verlag, una editorial internacional que colabora con creativos de todo el mundo y conocida principalmente por sus 600 libros sobre arte, arquitectura, diseño, fotografía y tipografía, lanzó una monografía de su trabajo en 2013.
En 2014, Sebastian Errazuriz fue objeto de una retrospectiva, “Look Again“, su primera exposición individual, en el Carnegie Museum of Art (Pittsburgh, Pennsylvania).
Entre 2014 y 2015, fue invitado a impartir tres TED Talks (ciclos de charlas que promueven ideas dignas de difundir desde el ámbito de las Tecnologías, el Entretenimiento y el Diseño).
En una de ellas: “Step back and look again” o ”Da un paso atrás y mira de nuevo”, Sebastian Errazuriz explicaba como dar un paso atrás desde el problema para ver nuevas soluciones.
“La sociedad nos enseña a resolver problemas haciendo un zoom en los mismos. Desafortunadamente, si todo el mundo está mirando de cerca el problema, las soluciones de todo el mundo tenderán a tener un punto de vista similar“, señaló Sebastian.
También abrió una doble exposición individual en las dos galerías de Nueva York que representan su trabajo.
En 2015, Errazuriz fue invitado por Times Square Arts para presentar su instalación de arte público “Una pausa en la ciudad que nunca duerme” en 50 pantallas gigantes en Times Square. Ese mismo año, Errazuriz fue el homenajeado en la Gala del Museo de Arte y Diseño de Nueva York.
Hoy, Sebastian Errazuriz no solo hace arte y diseño. En 2017, fundó su segundo Estudio creativo en paralelo: Cross Lab, donde combina arte, tecnología, diseño y comunicaciones para producir soluciones tecnológicas innovadoras para problemas contemporáneos.
En Cross Lab exploran ideas alternativas e investigan el impacto de las tecnologías emergentes para ayudar a las organizaciones, instituciones y marcas a enfrentar los desafíos actuales y futuros.
“Mi trabajo es imaginar situaciones que sean difíciles de imaginar“, y él está convencido que la inteligencia artificial “lo va a cambiar todo, y por ende, todo lo que yo hago ahora tiene que empezar a cambiar en esa dirección”.
Con un equipo multidisciplinario desarrolla desde la investigación, el desarrollo, la comunicación y la producción de contenidos, hasta la creación de prototipos de productos.
Del 1 de Junio al 4 de Julio de 2018 tubo lugar “Anything You Destroy, We Will Rebuild“, la que ha sido su exposición debut en la Galería David Gill (Londres).
La obra de Sebastian Errazuriz se mueve entre el arte, el diseño y las instalaciones.
La obra de Sebastian Errazuriz nada entre las turbias aguas de lo desordenado, lo híbrido y a veces hasta de lo inclasificable.
Aportando una frescura que es muy saludable y un enfoque intuitivamente interdisciplinario. “No sé dónde está la línea entre el arte y el diseño“, ha revelado Errazuriz en varias entrevistas.
Ignorando la convención, Errazuriz rechaza fundamentalmente el consenso que distingue el arte del diseño actual, y se ha convertido en un experto en dotar al diseño de un contenido desafiante, mientras defiende las obras de arte conceptuales que propongan alguna utilidad.
Este tipo de declaración -que suele constituir una nota de suicidio profesional para la mayoría de los artistas y diseñadores- en su caso, le impulsa en la búsqueda decidida de un ideal esencial y transformador.
Lo que podría ser una práctica creativa conflictiva se ha convertido en una manera de hacer arte tan punzante como poco convencional.
En lugar de inclinarse a las normas establecidas, este exitoso multitarea simplemente fue y re-diseñó las fronteras entre el arte y el diseño. “Se supone que el arte no tiene una funcionalidad, y creo que eso está mal“, dijo Errazuriz. “El diseño limitado a piezas meramente funcionales también es incorrecto“.
Ya sean percibidos como insultos informativos o como provocaciones socio-políticas, sus propuestas resultan a menudo impactantes, incluso incendiarias.
Con una mezcla de eficiencia formal y concentración temática, Sebastian Errazuriz sorprende repetidamente a los espectadores con mensajes que sobrecargan lo cotidiano, lo que se pasa por alto.
“Para mí es importante que un proyecto tenga solo un pequeño giro“, ha declarado. “En última instancia quiero que la gente vea lo obvio, lo cotidiano de manera diferente“.
“American Kills” (2010) y “A pause in a city that never sleep” (2015) como parte del proyecto “Midnight moments” en Times Square (Nueva York).
Su obra multifacética maneja varios componentes.
Por ejemplo, en el año 2006 plantó un manzano de 10 metros en la mitad del campo del Estado Nacional de Chile, obra que denominó “A tree memorial of a concentration camp”.
Hay que recordar que este estadio fue usado como centro de detención y tortura durante el régimen represor del general Augusto Pinochet.
Como parte de la exhibición se jugó un partido de fútbol -al que asistieron más de 20 mil personas- con el árbol en el medio del campo.
En “American Kills” (2010), mostraba una investigación que demostraba que la tasa de suicidios de los soldados estadounidenses duplicaba el número de víctimas en 2009 de la guerra de Irak en EE. UU.
La hasta entonces ignorada conclusión era que, son dos veces más los soldados estadounidenses que mueren por suicidio que por fuego enemigo.
“Occupy Chairs” (2012), son sillas diseñadas a partir de réplicas de letreros escritos a mano realizados por manifestantes en contra de Wall Street (curiosamente, estos mensajes ocupan ahora los hogares de varios miembros prominentes del privilegiado 1%).
Uno de sus trabajos públicos más impactantes fue el anteriormente mencionado de Times Square (Nueva York) a comienzos de 2015.
Se trata de una zona que visitan cerca de 360 mil personas al día y uno de los centros más vivos de la ciudad, rodeado de cientos de pantallas luminosas.
Errazuriz ocupó 50 de estas pantallas para proyectar su obra “A pause in a city that never sleep” como parte del proyecto “Midnight moments“, que impulsa la ciudad.
Su vídeo de 3 minutos, que lo muestra bostezando, tuvo un efecto impactante pues miles de personas se detuvieron a mirar –una pausa- y comenzaron a bostezar.
Una segunda línea de trabajo es lo que él denomina Esculturas funcionales; como por ejemplo “Boat coffin” (2006), un ataúd con forma de lancha motora que en palabras del autor, y siguiendo la tradición de culturas ancestrales como la egipcia o la vikinga, fue creado para viajar al otro mundo.
“La vida es corta, y si sé que estoy a punto de morir, prefiero tomar las riendas de mi propia vida gritando a los cuatro vientos que se vayan a la mierda“.
En esta misma línea está también uno de sus clásicos, su famosa lámpara “Duck“. Éste pato fue rescatado del basurero de un antiguo museo de taxidermia y fue definida por la crítica como un objeto misterioso pero divertido y hermoso que explora las fronteras entre la escultura y lo funcional tanto del diseño como del arte.
Una tercera área es su famosa línea de muebles que se transforman en verdaderas obras de arte. Ejemplos de esto son el “Magistral” chest, o el “Wave” Cabinet.
Finalmente están los objetos de diseño puro, como su colección de zapatos para Melissa, empresa que anteriormente ha trabajado con diseñadores como Vivienne Westwood o Karl Lagerferd.
Sebastian Errazuriz creó una colección denominada “12 zapatos para 12 amantes”, para liberar sus sentimientos acumulados en sus fallidas relaciones de pareja, y que además tuvo un gran éxito en las redes sociales y en la crítica.
Intensa, argumentativa y perfeccionista en extremo, la postura creativa de Errazuriz constituye una militancia estética y artística que promueve la controversia (en oposición al conformismo) como el sine qua non del credo del artista.
Es un artista-diseñador que confiesa sin problema el delito de impureza estética y conceptual.
Errazuriz ha demostrado que es posible lograr un equilibrio entre el arte y el diseño sin subordinar significativamente una disciplina a la otra. “La verdad es que necesito a los dos con pasión“, ha reconocido varias veces.
“Haberme definido como artista y diseñador generó todo tipo de sospechas. Es mucho más difícil construir una marca cuando te dispersas. Pero yo voy por otro camino. Y los frutos se están viendo“.
“Creo que haber decidido ir en contra del sistema, de hacer carreras paralelas, simultáneas, de hacer preguntas difíciles, de provocar, cuestionar, de no venderse, hace que mi trabajo sea mucho más difícil, porque no soy una marca constante que solo hace dibujitos o rayas“.
Por eso, según el artista y diseñador, es un trabajo mucho más complicado de identificar. “Es más difícil para venderse como un objeto de lujo o de estatus“.
Para Errazuriz, él está haciendo lo que es más difícil, pero también lo que es más honesto. “Y después habrá que ver si el trabajo que hice valió la pena o no“.
Quiere que se pueda decir de él: “mira, Sebastian es igual de bueno que aquel en este terreno, pero a su vez está haciendo quince otras áreas en paralelo, todas al máximo nivel, en diálogo con los mejores de su época”.
“Para mí eso tiene más valor… y entonces el esfuerzo habrá valido la pena“.
“Wave Cabinet” y un ejemplo de la colección “12 zapatos para 12 amantes” de Sebastian Errazuriz para Melissa.
“Hay pocos artistas que me impresionen y estén trabajando simultáneamente en tantas áreas como yo“.
“La cantidad de trabajo que he generado a estas alturas yo creo que es equivalente a la que han generado otros artistas, otros diseñadores que son mucho más reconocidos que yo“.
Sus opiniones son tajantes, y también su forma de ver la vida. “Naturalmente uno siempre quiere ser más reconocido“, comenta.
Pero en su caso -según Errazuriz- no por vanidad, sino por “tener una plataforma de poder que implica que el cambio que uno puede generar es muchísimo más alto“.
Decidió jugar a un alto nivel, donde para triunfar es necesario ser claro y fuerte. Y esa es la fórmula como ha conseguido su innegable éxito.
Tanto, que no duda en confesar que su matrimonio fracasó porque no quería tener hijos. “Ahora estoy demasiado concentrado en mi carrera. No me parece justo para un niño tener un padre ausente”.
A veces, suena arrogante, como cuando dice que no le impresiona mucho el trabajo de nadie.
El artista se hace el duro en su discurso. Dice lo que piensa sin plantearse las consecuencias, pero hay mucho de juego en él, en su obra, en sus opiniones.
“El humor es importante. Si uno como artista es capaz de lograr que la gente vea cosas y, al mismo tiempo, les produzca una reacción física, entonces la obra se potencia”.
El humor le permite a Errazuriz hablar de temáticas complejas de manera lubricada: temáticas que penetran fácilmente.
Aun así, “no pasa nada si no tienes ni idea de la cantidad de guiños y referencias que hago de los diferentes artistas del siglo XX. Yo trabajo por capas, como una torta de milhojas“.
Otro de sus intereses, casi obsesivo, es estar pendiente de lo que pasa a nivel macro, “y a mí me asusta cómo va a cambiar todo“.
“Estoy convencido de que la inteligencia artificial, dentro de veinte años, llegará a nuestro nivel como humanos, y que en cuarenta años cambiará la sociedad, y que de ahí en adelante nos quedaremos sin trabajo“.
Él cree que a la gran mayoría de las personas, incluso aquellas que trabajan en las áreas de la ciencia, les es imposible medir esto, “les cuesta visualizarlo, les cuesta imaginar las diferentes repercusiones que tendrá, porque no es parte de su trabajo, realmente“.
Errazuriz piensa que dentro de veinte años serán las máquinas las que harán el arte, y “harán arte mucho más fascinante del que tú y yo podríamos pensar jamás, que nos va a tener embobaos“.
Éste cambio, a la vez fascinante y obsesivo, hace que se sienta “como uno de estos locos que cree que hay un complot del gobierno o cualquiera de esas locuras. Yo me siento como un psicópata“.
Además reconoce que cuando trabaja, trabaja de manera obsesiva, “como un psicópata adicto, que si no genero trabajo me siento inútil, y siento que mi vida no tiene sentido“.
Por ejemplo, para él, la felicidad es algo que está sobrevalorado. “Que yo sea feliz no tiene importancia, porque yo no soy nadie“.
“Pero si yo soy capaz de generar más o menos trabajo, de ayudar a más o menos gente, de hacer ciertos cambios en ciertas áreas que tal vez generen ciertos efectos… eso vale mucho más que el hecho de si yo soy feliz o no“.
Sus propuestas creativas han sido desde sus comienzos una serie sucesiva de respuestas virales.
Su colección “12 Shoes for 12 Lovers” generó 35 millones de visitas en Google y su “Wave Cabinet” tiene más de 10 millones de visitas en internet.
Errazuriz ha aparecido en múltiples portadas de revistas e incontables artículos de prensa especializada en arte y diseño. Ha recibido elogios de la crítica de The New York Times; The Financial Times, y de Wall Street Journal, entre otros.
Múltiples libros y catálogos presentan sus proyectos, que también han sido presentados en las televisiones más importantes: BBC; CNN; ABC o NY1.
Su trabajo también se ha exhibido junto a los arquitectos y diseñadores más célebres en más de cuarenta exposiciones internacionales.
El trabajo de Sebastian Errazuriz ha sido incluido en exposiciones y colecciones de museos como: el Museo de Arte de Palm Springs (California); Copper Hewitt, Museo Nacional de Diseño en Nueva York; Museo Peabody Essex en Salem (Massachusetts); Museo de Arte Contemporáneo Kiasma (Helsinki, Finlandia).
Museo Vitra en Weil AM Rheim (Alemania); El Museo de Arte y Diseño de Nueva York; el Bellevue Arts Museum de Washington; el Mint Museum de Charlotte (Carolina del Norte); el Corning Museum of Glass de Corning (Nueva York.).
El Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago (Chile); el Museo de Albuquerque en Albuquerque (Nuevo México), y el Museo Amparo en Puebla (México).
Sebastian Errazuriz (pág. web).
Fuente: (LaTercera), (incessants).
Sebastian Errazuriz y mesas “Meleager” y “Athena Lemnia” (2018) de la colección “Anything You Destroy, We Will Rebuild” presentada en David Gill (Londres).
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