En honor a esas palabras, sentires y pensares que surgen con el impulso de la pasión y, con ese mismo ímpetu, son enterradas para jamás decirse ni contarse… La gente cambia a un ritmo a veces vertiginoso. Con mero valor literario, si lo quieren ver así.
22 de Enero de 2012
El miedo no es exclusivo de ti. Escribir esto me congela, más que liberarme; ya venía pensando en cosas así desde hace días, ya de esto había hablado con una amiga.
Yo tabién tengo miedo. Con todo y tu sonrisa, tu mirada, tu ser completo inspirando confianza al corazón, el cerebro mete la pata y me muestra un razonamiento, casi irrefutable: “Casi no la conoces, ella no te conoce”. E intento poner de lado el sentimiento, que a pesar de nuestras muchas precauciones siento que llega a fluir; pero tú no sólo estremeces mi cuerpo: también me haces usar la cabeza.
Te vi llorar. De alegría, al parecer; siempre he creído que cuando derramas lágrimas de felicidad es porque no soportas el sentimiento, lo detestas incluso. Como cuando comes tanto dulce hasta ya no sentirlo delicioso… Te empalagué. Fíjate, yo estaba en explosión, incendiándome en creatividad, en esfuerzo, en verdadero sentimiento y, sin embargo, traté de darme flujo y ritmo para no ahogarte en un sólo día… No sé si en realidad te empalagué o la espera de mis mieles te impacientó; no importa, ambos ya tenemos miedo.
No es el mejor espacio para bromas (no lo es, pero lo que diré lo parecerá), pero creo que tu madre es ahora $1,000 más rica. Odio la idea de perderte, ahora que mis palabras cobraban vida y destino, y mis actos valor y sacrificio; conociéndome, debo admitir que si en estos momentos te fueses de mi vida tán fácil como has llegado… Simplemente vuelvo a mi apacible autismo; bajo el interruptor, para seguir gozando de la oscuridad que emano y me rodea. Me duele, me dolería, ¡lo juro! …Más no voy a luchar una guerra pasada, ni revivir a un muerto tampoco. Haré lo que pueda, pelearé por lo que haga; no puedo prometerte nada, ni sé si en el intento el amor muera, se pierda, llegue a una nueva puerta o regrese a ser amistad. Justo ahora no sé qué hacer, a dónde ir, de qué agarrarme o qué creer…
Dejémoslo escurrirse entre nuestras manos, a ver quién pesca más, quién pierde menos. Por mientras, aún sigo aquí, Reyna.