[Sección Literatura] Reseña: La verdad sobre el caso Harry Quebert
Cristina Durán Agulló 30 septiembre, 2013 0
La verdad sobre el caso Harry Quebert se ha convertido en la novela más leída del verano. Su autor, el suizo Joël Dicker, de tan sólo 28 años, ha contado con el visto bueno del público y gran parte de la crítica, sobre todo de la francesa (a excepción de Le Monde), país en el que se ha hecho con varios premios de reconocimiento internacional.
El ensalzamiento que se ha hecho de la novela desde las editoriales francesas predispone a una gran decepción. Es un libro entretenido y poco más que eso. De cara al público, cuenta con una ventaja a priori para dejarse leer, a pesar de todo. Esa ventaja es que se trata de un libro policiaco y el lector es capaz de perdonar mucho con tal de llegar a saber quién es el asesino.
Hasta ahí, el esquema encaja perfectamente con esa generación de libros que nacen para colocarse en los primeros puestos de ventas y pasar rápidamente al olvido. El problema es que la campaña de promoción se ha empeñado en vender un libro efectista como una especie de obra de arte contemporánea, hasta llegar a compararlo con Lolita de Nabokov.
El protagonista de la historia es Marcus Goldman, un escritor que sufre una crisis literaria después de haber conseguido un gran éxito con la publicación de su primera novela. Al sentirse incapaz de escribir algo que merezca la pena, decide pedirle consejo a Harry Quebert, su mentor y profesor de literatura en la universidad, consagrado escritor gracias a la obra “Los orígenes del mal”. Goldman se instala en la casa de su profesor en Aurora, un pueblo del estado de Hampshire, y allí descubre que éste había vivido en 1975 un romance con Nola Kellergan, una chica de 15 años.
La historia se divide en tres bloques temporales, en 1975 transcurre el romance entre Nola y Quebert, de quince y treinta y cuatro años en aquella época, y la desaparición de la chica a finales de verano. En I998, se narra el comienzo de la amistad entre el escritor en crisis y su profesor, y en el año 2008 se descubre el cadáver de Nola en el patio de la casa de Harry Quebert. Entonces, su amigo Goldman comienza a investigar el caso con el propósito de demostrar la inocencia del profesor y, de paso, escribir su segunda novela titulada “la verdad sobre el caso Harry Quebert”.
Estas tres fechas marcan tres grandes pilares en la novela y ninguno de ellos se sostiene: la historia de amor clandestina entre Nola y Quebert, una serie de reflexiones más bien dogmáticas sobre el ejercicio de escribir, y el desarrollo de la investigación. El morbo del amor prohibido, el uso de la violencia (a menudo gratuito) y las consignas literarias dibujan un conjunto muy eficaz para distraer un rato al lector, que es el único objetivo al que puede aspirar este libro. Un objetivo muy noble pero incluso, como novela consagrada al entretenimiento, es difícil dejar pasar sus incoherencias, superficialidad y la falta de calidad de su prosa.
El romance entre Nola y Quebert se basa en diálogos repetitivos y construidos a base de frases vacías sobre el amor. Las conversaciones sobre lo mucho que se quieren llenan medio libro y nunca van más allá de la cursilería adolescente. Los recursos expresivos de esta supuesta Lolita se limitan prácticamente a “es muy bonito”, “¿por qué eres malo conmigo?” y “te quiero, mi amor”. Es demasiado pazguata, aburrida e infantil como para hacer creíble que un hombre adulto medianamente sano pudiera enamorarse de ella. El personaje de Harry Quebert no es mucho más interesante. Su principal aportación a la novela son una serie de charlas huecas sobre la grandeza del amor y sus enseñanzas literarias. Éstas últimas se narran estableciendo paralelismos entre boxeo y escritura, y parecen sacadas de un cursillo de best sellers por correspondencia.
La estructura de la historia está totalmente desequilibrada. En las primeras seiscientas páginas, el escritorva recopilando información de diversos habitantes de Aurora y en este proceso se repiten ideas, argumentos y hechos una y otra vez desde diferentes puntos de vista narrativos. Por tanto, el ritmo es lento y pesado, algo que el autor compensa con unanarración basada en el diálogo. En cambio, en las últimas cien páginas se suceden multitud de giros y se va dando tumbos de un sospechoso a otro; y luego a otro más. Pero lo que más flojea en la historia es la pobreza de los personajes, no sólo son estereotipos sino que además se repiten. Así, los dos personajes femeninos más importantes tienen las mismas aspiraciones: ser la mujer de alguien y convertirse en actriz. Lo mismo ocurre con los protagonistas masculinos. En realidad, Goldman parece la versión joven de su mentor. Ambos viven de las apariencias y sueñan con escribir una gran obra maestra.
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