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Nadie de los que apoyan la secesión cree ser fascista todos quienes participan o apoyan las movilizaciones del process se llaman demócratas. Si repasan someramente la serie de rasgos siguientes que definen el concepto de fascista verán que se pega como una lapa al process y una gran parte de los independentistas. Nacionalismo: El fascismo encuentra su lugar de acomodo en el nacionalismo. Todo fascismo es nacionalista. A quienes apoyan la independencia les animo a leer a los clásicos nacionalistas catalanes, Almirall, o recientemente a Pujol –un texto de gran ayuda es ‘La raza catalana, I y II de Francisco Caja. Editorial Encuentros-, en ellos comprobarán sus raíces religiosas, cristianas, su defensa de la raza catalana definida constantemente con elementos supremacistas, los catalanes son superiores a los demás, su ansia por crear una nación, que solo podrá ser defendida con su propio Estado, todo realizado bajo sus criterios y con sus normas que excluirán todas las demás y a todo el que no sea o quiera ser de pura cepa, criterio que lógicamente designarán ellos. Les aseguro que serían incapaces de diferenciar textos de Ramiro Ledesma Ramos de textos pujolistas. Enemigo externo: En la creación de la nación se utilizaran otros rasgos fascistas, que también encontramos en el nacionalismo catalán. La confabulación judeo masónica quería acabar con la nación, fue profusamente utilizada por el franquismo, los comunistas, los liberales, el oro de Moscú... se transmuta hoy en, España nos roba, españoles colonialistas represores y ladrones, en definitiva el enemigo externo como elemento para aglutinar el pueblo contra los otros. Pueblo/individuo: La propia definición de pueblo, de grupo, los haces fascistas, lo colectivo diferente y a diferenciar por encima de los derechos y libertades individuales. Ellos serán los representantes de todo el pueblo, aunque solo reciban apoyo de una parte, pero consideran ser representantes de la totalidad porque el resto no forma parte del pueblo catalán, son los anticatalanes como Marsé o Serrat, o los alcaldes y concejales no independentistas; en el caso franquista ocurría igual, los antiespañoles designaban a los otros, la antiespaña era malísima e inferior en derechos, entonces y ahora el naciolnalismo expulsa al que no es igual, al diferente, lo rechaza y considera inferior no está elegido por Dios para salvar la patria, el diferente es enemigo por tanto no tiene iguales derechos, así es el supremacismo. El contraste con la Constitución es evidente, todo ciudadano es portador de los mismos derechos y obligaciones, la igualdad de todos ante la ley es la base de convivencia, libertad y justicia para todo ciudadano, al margen de su pasado, de su identidad, religión, raza, dinero o tribu de nacimiento. Con la Constitución domesticamos al nacionalismo español, pero quedó libre la bestia del nacionalismo periférico ahora apoyado por muchos defensores de las diferencias del pasado. Una vuelta a la Edad Media.
Raza catalana, supremacismo: Los indepes, los votantes del referéndum se consideran con derecho a votar sin más, y lo publicitan como si ello fuera democrático, pero actúan en plan supremacistas, como si fueran el pueblo elegido con derecho a quitar derechos a los otros. Los no independentistas son otros anticatalanes, son inferiores y por tanto no tienen dignidad ni merecen respeto, eso es supremacismo. Están votando con el objetivo de la eliminación de los derechos actuales a los no independentistas, el mero hecho de aceptar la votación supone aceptar la idea supremacista de que unos puedan suprimir identidad a otros, quitarles su pertenencia a España su ciudadanía, quieren arrebatarles su pertenencia a la Unión europea, al euro, a Schengen, pretenden suprimir su identidad a la mitad de la población catalana. El referéndum de autodeterminación del 1-O muestra al grupo de sus defensores actuando por encima del resto de catalanes, quienes montaron el referéndum conocen de sobra estos aspectos, pero son supremacistas ungidos por Dios y se creen con derechos superiores, tanto como para eliminar derechos de millones de catalanes. Ambos, fascismo y nacionalismo, dedicarán montones de páginas muy parecidas en las que tratarán de justificar la superioridad de su pueblo sobre todos los demás.
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