Second en Madrid. Foto: Clara Gallardo
Hubo un instante a eso de las siete y media de la tarde subiendo la puta Gran Vía a cero por hora. Ahí pensé que me estaba equivocando, pero no lo sentí. Solo lo pensé. Éramos indudablemente el coche más puro dentro de Madrid Central, el de las intenciones más decididas y claras: Solo queríamos ver a Second en la Sala El Sol.
Y sencillamente iba a ocurrir porque, para empezar, éramos el único coche con cinco ocupantes y una razón real para estar ahí contaminando. Nos lo teníamos ganado. Y porque ahora en esta casa, ya de vuelta, no duerme nadie: me están haciendo poner canciones de Second en YouTube.
No lo considero una tortura, sino una concesión diabólica. Al volante Palo, de copiloto yo y detrás uno de dos y dos de siete. La media de edad sale de apenas veinte pero porque el fondo sur es mayoritario, aunque no más violento aún. Todo se andará. Lo teníamos, íbamos, fin, punto. Un equipo claramente de primeros puestos de la tabla.
Second en casa es religión. No recuerdo el origen aunque creo que yo no fui. Estoy casi seguro. No es que importe, pero quiero dejarlo escrito. Entonces, la movida: Que si vienen Aerosmith, que si vuelven los Guns, que si yo qué sé. Nosotros es que vamos a Second los cinco: fin. Esa es nuestra apuesta.
Y desarrollo muy rápidamente: Joder, no os gastéis la pasta en grupos tributos de lo que sea a 25 pavos. Gastad ese dinero en bandas que os cantan a la cara de manera singular. No se llama gastar, de hecho, la jodida palabra es invertir. Invertir en felicidad, invertir en compartir, invertir en canciones que cantar con tus críos.
Y este es justo el lugar donde quería llegar para hilar. Porque cuando conocimos a Second una década atrás, justo con 'Fracciones de un segundo', no había equipo. No existía la continuidad generacional que ahora nos supera por todos los puntos cardinales. Éramos, de alguna manera, segundos destinados a ser minutos. Horas. Vidas.
El tiempo se nos nota en las patas de gallar, pero no aún en la actitud. Por eso 'Fracciones de un segundo' es un disco a celebrar. Porque, para mí, fue el primero que me abrió las puertas de Mercadeo Pop -aparte de Europa Press que eso siempre está ahí y es un poder pero no es el mío personal-. Siempre escribí cosas bonitas de 'Rincón exquisito' porque me dio la puta gana y por esa misma razón estábamos esta noche en El Sol.
La movida es todo lo que arrastras. Todo lo que te llevas por delante. Lo que fuiste, lo que aspiras a ser, lo que eres este jueves. Absolutamente todo eso confluye en un par de horas compartidas con tu pequeño equipo: el único que confía plenamente en ti. Todo eso son, en definitiva, fracciones de un segundo de una vida. Todo eso y mucho más es la ceremonia de ir a concierto ansiando asistir como lo estábamos deseando.
Teníamos un problema, claro que sí. Porque eso de que toquen un disco en particular, asi de primeras les parece como a su papá: regular tirando a mal. Pero eh, que si se hace por la cara pues palante joder, no pasa nada. 'Conocerte' tira millas y con 'Rodamos' los Gallar enloquecen con los brazos en alto y los pequeños quieren desafiar al tinnitus quitándose los auriculares de protección. Realmente sienten ese curioso impulso, debe ser como arrojarse contra el fuego aunque sepas que abrasa.
Si pensáis que os voy a contar todo al detalle lo lleváis claro. No puede ser porque después de 'Rodamos' decidí pedirme un copazo aún desafiando al mismísimo imperio de la ley que firmé en un folio con mi sangre para que pudieran entrar mis menores. Ya estaba todo más que colocado, caramba. Ya estaba. Y además a mí la que me gusta es 'Palabras'. Esa es especialmente bonita: "Si tú no estás conmigo..." Eso es.
'A las diez' lo dice bien claro: "Juntos tenemos mucha más potencia". Pero al mismo tiempo, aunque pretenda aparentarlo, 'Para bien o para mal', me puede muchas veces y me pesa de la maldita hostia. Lo que mola es que esta es la noche en la que la noche misma decidió liberarme de todo peso.
'Dicen' y sube Nico a mis brazos. 'Tarde' se baje y sube Clara. 'En el viaje' vuelve Nico. No tengo manera humana de tomarme el roncito que indudablemente me he ganado. 'Todas las cosas' es una gran favorita en casa el levantarnos y para cuando nos echamos de menos, que ocurre en demasía: 'Más suerte'.
Sean dijo un porrón de veces que tenía bronquitis y es una movida porque me consta que casi cancelan. Jo, imaginemos: con lo que nos cuesta a todos ir a conciertos, eh. Pues no lo canceló, olé sus huevos murcianos. La verdad: él lo sabía y si acaso se notó fue puramente circunstancial. No se notó en 'Anabel Lee' de Radio Futura, esa que versionaron en Movistar Plus. Esa también nos gusta, claro que sí, no somos principiantes (tampoco sé a veces donde cojones oradar).
Es verdad que la intensidad chunguita -no flamenquita- de 'Cómo sería' es un poco desfase, pero también digo una cosa y es que el fondo de armario de Second da para pasar inviernos malos sin abrigarse de más. Como a mí me gusta. Eso seguramente pasará en 2502 y entonces tendremos la cuadratura del círculo que nadie de los que esta noche nos reunimos podrá documentar. Pero aún allí, entonces, sonará Second. A mí me molaría.
Estoy seguro de que este texto es largo. Pero es lo que ha tardado esta casa en quedarse en silencio absoluto. Ssssshhhh. A las tres de la mañana se obró el milagro: Pronto me parece, pues yo sigo ahí. Son muchos días escuchando en bucle 'Primera vez', 'Nivel inexperto', 'Muérdeme' -que ha sido tan demencial que se ha ido el sonido-, 'Sonará en todas partes' o esa preciosidad que es 'Invierno dulce': "Me gustan tus laberintos porque pueden ser retados".
'Mira a la gente', por lo que sea, es 'Where the streets have no name' para mí con siete años. Exactamente esos tenía y si a ellos les perdura como a mí imaginad cómo de satisfecho podría estar. Yo creo que a ellos les va a perdurar exactamente igual que a mí. Así la cantan, la saltan, la expulsan. Qué gran confluencia.
De 'Rincón exquisito' solo voy a decir una cosa: Me la he vuelto a poner para escribir sobre ella misma y no significa para nada lo que hace diez años significaba. No es que fuéramos fracciones de un segundo. Nunca fue de eso. Es que el segundo al que cantamos ya había pasado y mientras lo cantamos pasa el siguiente. O se atora, que también pasa.
Sé perfectamente cual es aquel rincón tan exquisito desde el que nunca pensé escribir esto hoy. Es otro distinto desde el que escribo hoy. Geográficamente y emocionalmente. Las personas cambian. Mueren. Las canciones evolucionan. Viven. Y nosotros nos aferramos a ellas a través de nuestros niños.
PD: Y todo lo que ha pasado desde el escenario hacia nosotros con toda esa sinceridad que desde abajo daban unos críos, queda esta vez entre nosotros. Es recíproco y es, en definitiva, una puta fantasía.
PD2: Llevad a vuestros críos a escuchar las banda españolas que les ponéis en casa. Ese es el paso previo, no nos equivoquemos. Pero hacedlo ya y a toda costa porque yo, personalmente, esta noche, ya tengo todo lo que quería.