Revista Cultura y Ocio
Secretos de belleza ¿Recuerdan aquel consultorio sentimen...
Publicado el 07 noviembre 2013 por ChusSecretos de belleza
¿Recuerdan aquel consultorio sentimental radiofónico de la Señorita Francis? ¿O era Elena Francis? ¡Qué tiempos aquellos! Recuerdo que mis tías solteras no se lo perdían ni un solo día. Era un programa de radio que repartía moralina y de paso vendía los productos del instituto de belleza Elena Francis. Me viene a la memoria uno de ellos, crema al aceite de visón. En este punto quiero decir que se abusa mucho de la zoología a la hora de poner nombre a las cremas; cremas de baba de caracol, veneno de serpiente, huevas de caviar… En mi opinión quedan más finos los nombres de plantas. Volviendo a Elena Francis, lo cierto es que el consultorio tenía su miga. En aquellos tiempos hablar de infidelidades conyugales y de ciertas experiencias abiertamente era casi imposible; sin embargo este consultorio, que era como un confesonario pagano o un psicólogo barato, suponía el entretenimiento morboso de las tardes. Por eso a mis tías solteras les gustaba tanto.La belleza nace del interior y nadie es feo o guapo en sí mismo. De hecho hay gente resultona, atractiva; guapas sosas, guapas ordinarias. Sin embargo la belleza constituye un secreto cuando se deja en manos de la cosmética, que para eso sirve. Tengo unas amigas… esas amigas de té, pastas y ración de cotilleos, que sólo buscan matar la tarde hurgando en la vida de los demás. Al final siempre acaban hablando de cosmética, yo me callo. Yo nunca hablo de cosmética, ni de los productos que uso; los secretos de belleza son secretos. Por supuesto ellas siempre me preguntan, intentan sonsacarme, pues ven en mí un rostro intemporal. Como me gusta descolocarlas, les contesto que mi cosmética es de supermercado y que mi piel es el resultado de la genética. En esto también me gusta echar la carga a mi escudo nobiliario y siempre nombro a alguna antepasada. Como estas amigas de pastas y té son muy desconfiadas, suelen ir al baño para investigar los productos que uso. Lo sé porque se toman tiempo y siempre dejan alguna cosa descolocada. El baño de visitas lo lleno de productos Mercadona o Eroski, selectamente elegidos para despistar a cotillas. Mis productos cosméticos, los de verdad, están en el baño de mi habitación; un templo sagrado al que no osa entrar nadie.Cada mujer debe conocerse a sí misma y saber la crema que le conviene, el colorete que le favorece; elegir ese lápiz que realza su mirada. Pero las mujeres somos mujeres y algunas en lugar de mirarse al espejo se miran en la cara de la amiga. ¿Quién no tiene la clásica amiga que te mira el ojo, lo memoriza y al día siguiente la ves con el mismo color de raya y el mismo trazo? ¿Quién no tiene la clásica vecina o compañera de trabajo que te pregunta directamente por la marca del lápiz de ojos? En este punto conviene mentir y dar la marca más cara. Queda muy bien decir, por ejemplo, Chanel. La cosmética es importante hasta cierto punto, más a una cierta edad en la que impera la flacidez, las arrugas, las bolsas, las ojeras y boca de marioneta. ¿De qué sirve estucarse una cara llena de arrugas, pintarse unos labios de rojo sellados con el código de barras o remarcarse unos ojos acurrucados? El efecto es demoledor, yo lo calificaría de dramático.Llegar a los cuarenta y ser tan presumida y coqueta como a los veinte, y encima demostrarlo, te convierte ya directamente en tonta del bote. La vanidad conviene enterrarla a los cuarenta años de vida o antes. Ni qué decir tiene que ser coqueta a los cincuenta y demostrarlo, te hace ser una chalada reconocida. La belleza y la cosmética aplicada a partir de cierta edad debe ser natural, saludable y muy cuidada. A partir de los cincuenta hay mujeres espléndidas y las hay muy deterioradas. Cuanto más deteriorada menos maquillaje y cuanto más espléndida, mejor para realzarse. Pasa lo mismo con el cuerpo; un cuerpo arrugado mejor taparlo o al menos disimularlo. Una señal del paso del tiempo: las rodillas. Mirando las rodillas se adivina la edad de la persona, las rodillas pasando de una determinada edad nos delatan: lo mejor es taparlas. Querer ir a la moda juvenil o ponerte la ropa de tu hija adolescente te convierte en ridícula sin remedio. Esas rodillas flácidas, arrugadas o dejando entrever la celulitis; esas piernas varicosas, esos huesos pegados a una piel, en fin… Y cuando la cosmética no realza y la cara se nos viene abajo sin remedio, lo mejor es la cirugía o los pequeños retoques. Sin pasarse, por supuesto. Hay caras de famosas apuntaladas por el bótox que las convierten en monas de feria. ¿Qué opinan de la Duquesa de Alba, de Alicia Sánchez Camacho, de Belén Esteban…? Por contra las hay que envejecen bien como Carolina de Mónaco. Para mí la mejor cosmética es saber envejecer, adaptarse al paso de tiempo sin descuidar los aspectos esenciales.Me han pedido alguna vez ser imagen de alguna marca de cosmética. Me he negado en rotundo, para mí es una bajeza representar detergentes, comida o productos cosméticos. Yo solo recomiendo lujo y arte. Fíjense en George Cluny, todo un actor de Hollywood reducido a vendedor de cafeteras. ¡Qué horror!