Este viernes 23 de febrero llega a cines la nueva película del aclamado director americano Todd Haynes, nominada a la Palma de Oro a mejor película en el pasado festival de Cannes. Sabido es por todo que a Todd Haynes le gusta retratar dramas de difícil acercamiento, temas delicados que solo ciertos directores se atreven a abordar. En esta nueva entrega no es diferente, sigue centrándose en las amas de casa y los melodramas de los iconos mediáticos.El título en inglés ya nos da una pista de lo que estamos a punto de ver, pues «May December» es una expresión referida a las relaciones en las que uno de los dos le saca bastante edad al otro (mayo y diciembre son dos meses muy alejados y de características muy dispares). En esta ocasión, Haynes decide adaptar la historia real de Mary Kay Letourneau, una profesora de Estados Unidos que protagonizó un escándalo sensacionalista a nivela nacional cuando, con 36 años, la descubrieron manteniendo relaciones con un alumno de 12, con el que más tarde (tras cumplir condena) se casaría y tendría dos hijas.
«Secretos de un escándalo» se sitúa dos décadas después de que Estados Unidos se sacudiera con el suceso entre Gracie Atherton-Yu (Julianne Moore) y su joven marido, Joe (Charles Melton). Se prepara una adaptación a la gran pantalla de su historia y Elisabeth Berry (Natalie Portman) es la actriz encargada de representar a Gracie en la película, así que decide convivir unos días con la familia bajo el pretexto de trabajar en su personaje y hacerlo lo más fiel a la realidad posible. Sin embargo, la llegada de Elisabeth provoca una ruptura en la aparente normalidad de la familia y puede suponer una grieta en sus propios relatos.El guion de Samy Burch y Alex Mechanik podría abordar el drama directamente desde la pareja, metiéndose de lleno en la relación, pero decide hacerlo a través de un tercer par de ojos que bien podrían ser los nuestros. En todo momento se intenta poner algo de espacio entre Grace y Joe y el espectador, bien usando a Elisabeth, bien a través de juegos de espejos o rupturas de la cuarta pared con miradas a la cámara. Siempre se toma cierta distancia para no caer en la subjetividad y casi se podría mencionar un «voyerismo latente» para hablar de la experiencia durante el visionado de toda la película. No solo por los recursos formales, desde el guion ya se trabaja la incomodidad del film con unas secuencias que retuercen la moral de los personajes desde fuera para que el espectador se replantee la suya propia. Otra cualidad del guion es que también se aleja de la superficialidad para permitir que las actrices expriman sus personajes, y ellas lo aprovechan.
Natalie Portman borda el personaje alrededor del que gira la película. Julianne Moore resulta tan hipnótica como siempre. Y para compartir territorio con dos pesos pesados como Portman y Moore, Charles Melton consigue salir a flote con una actuación a la altura. No era fácil interpretar a un hombre-niño que se viste, habla y se comporta como uno de sus hijos y que demuestra una falta de experiencia y madurez en muchos aspectos más propia de la primera etapa de la vida, como si se hubiera quedado encajado para siempre entra la niñez y la adultez. En lo personal, no esperaba demasiado de Charles Melton, pero ha cumplido con creces el papel encargado. Gran parte del mérito, eso sí, lo tiene Todd Haynes con una puesta en escena impecable y una dirección de actores que esgrime cada tonalidad existente en texto y subtexto.En esta película se trata, desde todos los ángulos posibles, el tema de la desestructuración de una familia y la infancia robada. Una de las primeras cosas que sabemos de Joe, de hecho, es que no tuvo ese modelo familiar sistemático porque su madre murió siendo él muy joven y tuvo que encargarse de sus dos hermanas mientras el padre trabajaba para mantenerlos. Así, la mayor virtud del personaje es el debate constante alrededor de sus hijos, a los que quiere darles lo que él nunca tuvo. Joe, de hecho, se emociona especialmente, e incluso llega al llanto, cuando ellos viven cosas que él tuvo que perderse, aunque bien podrían interpretarse como lágrimas de felicidad al ver que sus hijos vuelan del nido y él queda libre de ataduras. Esta es una de las gracias de la película (y de tantas): todas las grietas que se abren en la narración y que tiene que cerrar el espectador en base a interpretaciones propias. Hay que decir que el título traducido al español recuerda más a un culebrón cutre de sobremesa de un fin de semana que a un éxito audiovisual, y es que en cierto modo lo parece, pero consigue alejarse de eso gracias a todas las capas que le va añadiendo a la superficialidad de un melodrama de este tipo. A partir del guion, pero, sobre todo, gracias a las decisiones de cámara y montaje. Y es que tampoco me sorprende que a los críticos se les venga a la cabeza la etiqueta de «camp» al analizar esta película, aunque yo no creo que pertenezca a este género, por otro lado, de definición tan difusa. Es decir, «Secretos de un escándalo» huye de convencionalismos apegados al cine de drama, incluyendo rasgos más propios de la comedia e incluso del terror, pero es que además también presenta una forma bastante innovadora y llamativa. Esto no solo a través de las actuaciones (en ocasiones histriónicas), sino también en base al juego de cámara, montaje y sonido que hacen que la película escape de lo que el espectador espera encontrar. Uno de los rasgos que más destacan en el apartado audiovisual es, precisamente, el sonido. La banda sonora se compone de efectos exagerados y una música muy limitada, formada por tres títulos a lo sumo, que Marcelo Zarvos adapta de la banda sonora compuesta por Michel Legrand para «El mensajero» (The go between), de Joseph Losey. Lo que la hace destacar es su diseño y uso mismo. Se aplica de una forma muy descontextualizada, logrando transformar la película de drama a comedia a través de la puesta en escena, el montaje y la sincronización de imagen y música. Por ejemplo, tan solo hay que esperar unos minutos para encontrar una escena en la que Julianne Moore se acerca al frigorífico y, al abrirlo, se mete un zoom rápido y efectista con un crescendo del piano a la cara de Gracie para que ella termine diciendo: «Creo que no tenemos suficientes salchichas». Primero va a provocar la confusión, pero si se entra en el juego es uno de los elementos que más se disfrutan a lo largo de la película. La música es tan sumamente importante que es ella la que crea el ritmo interno de las secuencias; la puesta en escena está al servicio de la música y parte de ella, y quizás es por esto que resulta tan agresiva, incluso los efectos de sonido, porque llegan de manera poco predecible en momentos en los que, en apariencia, no resultan oportunos. Se produce una sensación casi de amenaza que hace que el espectador analice el contenido de la escena desde todos los enfoques posibles, siempre alerta.
La escena de Gracie y la nevera es especialmente reveladora porque adelanta también la farsa que se ha montado en esa familia y todos los melodramas que a otra persona pudieran parecerle nimiedades, pero que logran enmascarar el verdadero trauma y toda la vergüenza o remordimiento que pudiera surgir de la calma. Es por eso que, como le cuentan a Elisabeth más tarde, varios vecinos intentan mantener a Gracie lo más ocupada posible, precisamente para que no se dé ese momento de reflexión del que puede salir muy mal parada. Al final, Gracie será que la asuma la responsabilidad y el papel de adulta porque no ignora en realidad que Joe es más niño que ella. Además, el plano de la nevera es el primer elemento que advierte al espectador de lo que está a punto de experimentar y sirve de aviso para los que no entren en el juego, porque, insisto, al final es un relato complejo que huye de la simpleza de lo superfluo que uno pudiera esperar.También es mérito del sonido y el guion el humor latente en toda la cinta, de tintes negros, que recuerdan al cine de Pedro Almodóvar (él lo hace mejor), aunque con la personalidad de Haynes. Tampoco desconecta del todo con su obra anterior, claro; el tratamiento algo frío de la imagen puede asemejarse al de «Safe», y ya al principio hay un plano en el que la cámara recorre las calles sobre la parte delantera del coche que recuerdan al inicio mismo del primer gran éxito del director. También podemos acordarnos de «Mi historia sin mí» (I’m not there) por la ruptura de la narración, aunque en ese caso se trataba más bien de un caos temporal ordenado en la historia y en este atiende más a la formalidad de las secuencias, a cómo se trabajan los planos y la narración misma a través de los recursos formales. Aunque si hay que mencionar un parentesco cinematográfico es inevitable recordar «Persona», de Ingmar Bergman, que también se plantea ese ejercicio de metamorfosis en el que Elisabeth intenta mimetizarse con Grace hasta el punto de robarle la personalidad. Se percibe, como en la película sueca, el peligro en la fusión y el estudio entre las dos mujeres e incluso se llega a rozar una tensión sexual entre ellas en algunos momentos íntimos que comparten ante la cámara, como la escena en la que se maquillan y se colocan, precisamente, esas máscaras. Apropiación de la identidad ajena que se materializa a los ojos a través de un elemento persistente: el espejo, que nos lleva a la influencia del cine melodramático de Douglas Sirk, una figura muy presente en el tipo de cine que le gusta hacer a Todd Haynes. Los espejos, el reflejo, las miradas a cámara, todo sirve al propósito de alejarnos un poco del planteamiento subjetivo y a modo de simbolismo para los personajes; al final, el sensacionalismo solo puede mostrar un reflejo de la realidad, el mismo que captura Elisabeth para su papel, mera objetividad para poder mejorar la actuación, aunque en realidad ella juzgue a la pareja tanto como cualquier americano juzgó la relación que inspira la película.Una escena muy interesante en cuanto al juego de espejos es la de la tienda de ropa, en la que nos encontramos con dos reflejos de Gracie y uno solo de Elisabeth. Durante toda la secuencia, veremos cómo la actriz se amolda y copia los gestos y maneras de Gracie hasta el punto de casi convertirse en un tercer reflejo. Y es muy sugerente porque también aporta datos sobre la relación de esta madre con su hija de una manera algo más sutil que la posterior cita que le suelta a la mayor durante una cena: «Intenta ir por la vida sin una báscula, ya verás cómo te va». Comentarios llenos de intenciones que moldean los gustos y decisiones de la niña, pero que Gracie suelta desde una perspectiva inocente y bienintencionada. Secuencias como esta son reveladoras, por tanto, en cuanto a características físicas y psique del personaje.El simbolismo tiene tanta importancia en la película que se genera un paralelismo entre los personajes y las orugas que cuida Joe para salvar la especie monarca. Algo bastante maduro que, por otra parte, se presenta como un juego de niños por parte de Gracie. Y las orugas son relevantes porque no solo su cuidado y protección se contraponen a la caza que practica Gracie en el bosque, sino que sirven como analogía de la metamorfosis de los personajes. La oruga se mantendrá en el capullo hasta que no se produzca la transformación, sobre todo en Elisabeth, que, como hemos mencionado, es el centro del relato mismo. También hay otros elementos que sirven para estas metáforas visuales, como la serpiente, que crea la analogía del pecado y el depredador.
Alguien que no sepa lo que va a encontrar podría tener miedo a que se caiga en el blanqueamiento de la pedofilia, pero ese no es el caso de «Secretos de un escándalo». Tampoco la denuncia de manera directa; se habla de manipulación, trauma, abuso, grooming e incluso trastornos mentales desde una óptica objetiva que se mantiene al margen para no juzgar a sus personajes. De hecho, se nos va mostrando a lo largo del relato, todos los personajes tienen su lugar oscuro. Pero lo que importa, lo que de verdad le interesa a Haynes en cuanto al argumento, es que aparezcan preguntas del estilo filosófico y emocional como: ¿se quieren en realidad?, ¿es eso posible, acaso?, ¿hay más de una víctima?, ¿ha salido tan malparado Joe si no deja de negarlo? Al final, una víctima nunca quiere serlo, así que lo negará hasta que no pueda evitar enfrentarse a la pregunta.Es una película que provoca la reflexión en todo momento, pero no ofrece respuestas claras. Como hemos señalado, Haynes se limita a capturar y a reflejar como un espejo que no conoce lo que hay detrás porque algunas cosas ni los propios personajes pueden responderlas, y ese es el motivo por el que llega a cortar alguna escena en el momento clave para no mostrar la resolución y, así, alejarse de certezas.En definitiva, «Secretos de un escándalo» merece el visionado, aunque solo sea por introducirse en esta manera tan particular de contar un relato sensacionalista, o por el trabajazo actoral que hay detrás. Si la abordamos desde el augurio, no creo que la película pase a la historia ni sea más recordada que, mi favorita, «Carol», pero está claro que el espectador no se olvidará de algunos elementos, como el uso del sonido, y hay que tener en cuenta que el relato cobra más fuerza y sentido momentos o incluso días después de haberla visto.
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- ##check## Lo bueno
- Una puesta en escena brutal.
Natalie Portman se marca otro papelazo. Actuaciones muy a la altura en general.
La relevancia y personalidad del diseño de la banda sonora. - ##times## Lo malo
- Da la sensación de que pueda quedarse algo corta.
Algún espectador puede rehuir a los juegos narrativos.
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- Ambientación 7.0
- Muchos interiores, algún exterior, todo muy veraniego y «dosmilero» gracias también al tratamiento y la suavidad de los colores y formas.
- Desarrollo de Personajes 8.0
- La metamorfosis se cumple y solo un personaje se mantendrá en las suyas, pero es precisamente su característica principal.
- Argumento / Guion 8.0
- Aunque dé la sensación de quedarse un poco corto y yo, en lo personal, hubiera agradecido unos minutos más, cumple con el objetivo de admirar y adentrarse en una realidad tan fácil de juzgar.
- Banda Sonora 9.0
- Tres canciones. Si alguien me dijera que iba a disfrutar tanto una música compuesta por piano para una película contemporánea pensaría que está loco, pero es precisamente su uso y exageración lo que hace que quede perfecta y pase a la memoria.
- Entretenimiento 7.0
- Después de haberla visto, tengo claro que a muchos se les hará lenta, especialmente si no llegan a conectar con los recursos formales que se utilizan. Aun así, son dos horas que se me pasaron rápido por todo el ritmo de montaje y la tensión en la puesta en escena.
- Montaje / Innovación técnica 9.5
- La sincronización de imagen y sonido, los cortes, las transiciones entre escenas, los encuadres, los juegos de espejos… Todo rema a favor del relato.
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- Puntuación Total 8 / 10