I have this theory about words. There's a thousand ways to say `Pass the salt.'It could mean, you know, `Can I have some salt?'; or it could mean, `I love you.'; It could mean `I'm very annoyed with you'; really, the list could go on and on.; Words are little bombs, and they have a lot of energy inside them.
La que precede no es ni mucho menos una mala teoría para lo que venimos en llamar en castellano antiguo un "cómico de la lengua": quizá si muchos de los intérpretes actuales respetaran en la misma forma el enorme potencial de la palabra bien dicha, otro gallo les cantara y a nosotros, sufridos cinéfilos, de rebote, también; claro que esta actitud denota una inteligencia que se supone pero no está presente siempre.
Evidentemente no es el caso del amigo Walken, nacido hace ya sesenta y siete años en el barrio de Queens, Nueva York, hijo de un panadero que le puso el nombre de Ronald: parece que no le halló fuerza artística y ya que su vocación desde muy joven le llevaba a las tablas, lo cambió por el de Christopher Walken aunque luego, para los amigos, decidió recortarlo y dejarlo en Chris.
Walken pisó muchos escenarios de teatro representando todo tipo de obras tanto dramáticas como musicales antes de aparecer en una pantalla de cine y aun tardó un poquito en llamar la atención de todos, crítica y público, por su breve actuación en una película de Woody Allen: seguramente pocos recordarán de memoria la magnética presencia de Walken en Annie Hall (1977), donde podemos ver a Walken, ya con treinta y cuatro años, en su primer atraco a mano armada de una escena, aunque su oponente sea el mismísimo director de la película, al que infunde pánico.
Al año siguiente obtuvo el Oscar por su magnífica actuación como secundario en The Deer Hunter y a partir del descubrimiento más que reconocimiento del talento de Walken, no ha parado de trabajar, aprovechando una característica muy suya que le permite interpretar con mucha solvencia cualquier personaje que se le encargue: tiene una asombrosa facilidad para cambiar su aspecto con apenas un tinte de pelo y unas lentillas siempre, naturalmente, ayudado por su inmenso talento que le permite ofrecer una gestualidad apropiada, un leve matiz distinguible solo en los grandes intérpretes.
Claro que Walken tiene un vicio reconocido, una pasión muy confesa: le hubiera encantado ser bailarín profesional, ser reconocido como un gran bailarín, y es por ello que, a la más mínima. se pone a bailar: la primera muestra de su facilidad la dió en Pennies from heaven 1981
A la vista de su carrera, tan abundante, cualquiera diría que Walken es un caso de actor estajanovista que aprovecha todas las ofertas que se le hacen para ganar un buen dinero, sin importarle la bondad del proyecto en el que se dispone a intervenir: ello, que en algunos es cada vez más evidente, tiene en Christopher Walken una excepción, porque para Walken, lo mismo que para cualquier Secundario de Lujo de los que en esta sección aparecen, no hay papeles pequeños: todos merecen su atención al máximo, y el resultado se nota en pantalla inmediatamente.
Veamos unos ejemplos de mediados los noventa, época en la que Walken trabajó muy intensamente, pero primero leamos una frase suya que demuestra claramente su profesionalidad:
I put aside an hour every day to go over that monologue (On Pulp Fiction, 1994) again and again for months, and every time I got to the end of it, I would crack up.
En True Romance 1993 es un mafioso siciliano compartiendo escena con el recién fallecido Dennis Hooper
En Nick of Time 1995 es un policía corrupto, robándole la escena a Johnny Deep
En Things to do in Denver when you're dead 1995 aprovecha para darle un repasito al entonces ascendente Andy García.
En The Funeral 1996, de nuevo a las órdenes de Abel Ferrara, se muestra de nuevo como mafioso, demostrando que sigue siendo uno de esos tipos que, frente a la cámara, sigue dando miedo, porque nunca sabe cuando te va a pegar un tiro...
En Romance and Cigarettes 2005 demuestra estar muy en forma pasados los sesenta.
En cualquier escena, Walken se aplica a fondo y aunque la película al final no sea nada del otro mundo, seguro que, al salir del cine, el cinéfilo recordará aquel momento especial en el que Christopher Walken ha sabido fagocitar la atención de la sala y mantenerla en suspenso: por ese motivo es tan respetado en la profesión y por eso no podía faltar en esta sección.