Revista Cine

Secundarios de Lujo (24)

Publicado el 21 enero 2011 por Josep2010

Si empezáramos diciendo que este intérprete jamás recibió ningún galardón por su trabajo siempre podría salir algún listillo asegurando que claro, habiendo iniciado su carrera pública como deportista en los campos universitarios y careciendo de estudios melodramáticos, como iba a recibir nada.
Tanto como nada tampoco es que sea cierto, porque llegar a trabajar en doscientas setenta y una producciones, la mayoría películas, en un período de treinta y un años, viene a significar que algo bueno le verían en la industria hollywoodiense que de caritativa nadie la ha adjetivado que se sepa.
Si además el buen hombre llegó a trabajar en un año en más de treinta películas, está claro que le reclamaban sin cesar.
Nacido a primeros del siglo pasado, en 1903 en un pueblo de Nebraska, Wardell Edwin Bond se crió de jovencito en Denver y luego se trasladó a la universidad en California donde formó parte del equipo de fútbol americano coincidiendo con un tal Marion Morrison con el que mantuvo a lo largo de toda su vida una fuerte amistad.
Secundarios de Lujo (24)Ambos conocieron el cine como extras y el tal Marion empezó a aficionarse a esto de trabajar en el cine y, como quien no quiere la cosa, el joven Ward Bond se estrenaría con su amigo en 1929 en papelitos de relleno y ya no pararían de trabajar en el cine hasta su defunción: Ward Bond casi siempre en papeles de secundario, componiendo perfectamente tipos duros, con carácter, ocasionalmente también dotados de rasgos humorísticos, por lo que se cuenta, casi como era él personalmente.
La evidencia de su valía persiste en la memoria cinéfila y vamos, si les parece, a dar un pequeño vistazo a algún que otro momento de su carrera.
Advierto que hay un peligro: puede uno quedarse con las ganas de ver otra vez cualquiera de estas películas que han sido elegidas prácticamente al azar, pendiente de su existencia en la red; podría haber escogido otras tantas, y seguiríamos con ganas de volver a verlas.
Fíjense, si les place, en los compañeros de rodaje de Ward Bond:
En The maltese falcon (1941) hace una pregunta que obtendrá de Humphrey Bogart una respuesta ya mítica.
Al año siguiente, su composición de un célebre boxeador le enfrenta en Gentleman Jim (1942) a un Errol Flynn que estaba en su apogeo: a Ward le tenían que haber premiado por su trabajo.
Casi seguro que pocos se acuerdan de su trabajo a las órdenes de Capra en la célebre It's a wonderful life (1946) donde acaba de encontrar al perdido James Stewart.
Valiendo lo mismo para un barrido que para un fregao, aquí podemos verle marcándose unos pasos de baile en Fort Apache (1948) y compartiendo escenas con Henry Fonda y John Wayne (su amigo Marion)
Tan amigo de John Ford como de Wayne, el gran director demostró gran confianza en Ward Bond y justo es afirmar que nunca le defraudó; la de Ward es la voz en off que nos guía en la obra maestra The Quiet Man (lo siento: los vídeos de youtube están bloqueados) y en otra obra maestra The Searchers (1956) Ford se vale de Ward Bond para explicar, focalizando su rostro, toda una historia.
¿A que sí que apetece ponerse a ver cualquiera de esas grandes películas? Estaban advertidos...
Pues ése es el premio que se llevó Ward Bond, un actor secundario sólido, un tipo con agallas, de esos que daban seguridad a cualquier escena en la que aparecían.


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