Revista Coaching

Sed de dios (ii)

Por María Jesús
SED DE DIOS (II)Siguiendo con el tema de la sed de Dios, me pregunté como tener sed porque en la vida espiritual no ocurre lo mismo que en la física. Cuando hay una fuerte deshidratación de Dios lejos de sentir sed, lo que se experimenta es falta de paz, y además se da por hecho que es Dios quién nos ha abandonado cuando hemos sido nosotros los que hemos dejado de beber, tal vez sin darnos cuenta, porque atraídos por las charcas que nos rodeaban dejamos de buscar más.
El que tenga sed y quiera que venga a beber el agua de la vida” (Ap 22,17)
Si para beber el agua de la vida hay que tener sed y querer, la pregunta es ¿Cómo tener sed? Creo que los que nos da la sed es la aceptación del dolor. Cuando el dolor no es aceptado, cuando lo único que queremos es no pasarlo mal y que nos vaya todo bien no buscamos a Dios con sed, solo le buscamos para que nos solucione el problema y volverle a olvidar otra vez. Sin embargo cuando aceptamos la voluntad de Dios en nuestra vida y confíanos en sus planes, aunque no los entendamos, y empezamos a aceptar y a esperar en vez de deliberar y discutir. Cuando nos damos cuenta de que no tenemos más remedio que perder el control sobre nuestra vida porque el control solo lo tiene Dios. Cuando dejamos de teorizar y ejecutamos lo que Dios quiere y nos ponemos en camino, entonces empezamos a sentir sed y a beber y a calmar nuestra angustia y a ser felices y a entender que el yugo de Dios es suave y su carga ligera. Sin embargo este proceso no es fácil. Adquirir esta fe como la de Abraham requiere de mucha oración. Con lo cual es posible estar metido en un bucle en el que no bebemos porque no tenemos sed y no tenemos sed porque no bebemos. Debemos esforzarnos entonces por beber aunque no tengamos sed para poder aceptar el dolor y confiar en Dios, y poco a poco el agua empezará a correr y nos encontraremos metidos de nuevo en ese manantial de vida.


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