Impresión general:
Es una gran novela que me ha entusiasmado por su simplicidad narrativa (estilo sencillo, lenguaje preciso, gran plasticidad descriptiva), por su carga emocional y simbólica (los sentimientos juegan un papel destacado en la trama), así como por su desenlace sorprendente y exquisito (la carta escrita por su mujer).
Resumen de la trama:
La novela narra la trayectoria vital de Hervé Joncour, un comprador y vendedor francés de gusanos de seda que, a mediados del siglo XIX, recorre el mundo en busca de huevos que no estén contaminados por epidemias, viviendo en sus sucesivos viajes al Japón una experiencia amorosa no consumada con una joven –no oriental– que condicionará su vida y la de su entorno (su mujer).
La historia comienza en 1861, con una descripción sucinta de la vida de Hervé Joncour en esa época. Entonces, se dedica a la crianza de gusanos de seda y lleva una existencia holgada económicamente. Jouncour está casado y no tiene hijos. Es “uno de esos hombres que prefieren asistir a su propia vida y consideran improcedente cualquier aspiración a vivirla”.
Pero las cosas cambian. Debido a las plagas en Europa, los productores del pueblo, encabezados por su alma mater, Baldabiou (introductor de la cría en el pueblo), deciden que tienen que comprar fuera de sus fronteras. Sus viajes, en un inicio, se limitan a zonas cercanas como Egipto o Siria. Pero, tras sucesivas extensiones de las epidemias, va alejándose en busca de huevos no contaminados (Africa, India) hasta que deciden que la única zona virgen es Japón, país que vive aislado del resto del mundo y donde los extranjeros no pueden entrar. Esa situación cambia en 1853 cuando, bajo presión del almirante Perry, la isla se aviene a firmar un acuerdo que permite entrar a los foráneos en dos puertos japoneses y comenzar relaciones mercantiles.
Su primer viaje lo hace el protagonista con ochenta mil francos de oro y tres contactos que le ha proporcionado Baldabiou (un chino, un holandés y un japonés). En un viaje interminable cruza la frontera cerca de Metz, atraviesa Württemberg y Baviera, entra en Austria, llega en tren a Viena y Budapest para proseguir a Kiev, recorre a caballo dos mil kilómetros de estepa rusa, supera los Urales, entra en Siberia, viaja cuarenta día hasta llegar al lago Baikal, desciende por el rio Amur, bordea la frontera china hasta el océano y se detiene en el puerto Sabirk durante once día hasta que un barco de contrabandistas holandeses le lleva a Cabo Teraya, en la costa japonesa. Todavía sigue su recorrido por Japón hasta que llega a la ciudad de Shirakawa. Allí uno de sus contactos le encamina con la cara cubierta hasta una aldea en las colinas donde un hombre le vende los huevos. Cuando está a apunto de regresar, otro hombre le alcanza y le invita a no partir porque uno de las personas más importantes del país, Hara Kei, quiere verlo.
Es en ese primer encuentro con Hara Kei cuando descubre a una mujer no oriental que, con los ojos cerrados, apoya su cabeza en el regazo del japonés. Aparece entonces un primer magnetismo entre Joncour y la enigmática mujer. Los dos hombres se hablan en francés y Kei le pregunta a Joncour por su vida, que éste relata sin ningún tipo de prevención. Mientras narra su historia, la mujer y el extranjero intercambian un juego de complicidades (la mujer bebe en el mismo cuenco, justo en donde han quedado los labios de éste). Tras la conversación, parece como que se ha ganado la confianza de Hara Kei. De hecho, Kei le indica que le gustaría volver a verlo y que los huevos que se llevó el primer día eran de pescado. Al poco tiempo se embarca de nuevo en sentido contrario y regresa a Francia.
La vida sigue tranquila en su pueblo, Lavilledieu. A su mujer (Hélène) le trae de regalo una túnica de seda, que “por pudor, nunca se la puso”. Con los nuevos huevos, aumentan la producción y se hacen ricos muchos de los habitantes, entre ellos Joncour que se compra 30 acres de tierra al sur de sus propiedades y quiere construir un parque.
En los siguiente viajes, la situación empieza cambiar procediéndose a un proceso de enamoramiento paulatino. En su segundo traslado a Japón, tiene un encuentro cerca de un lago con Kei y la mujer misteriosa (joven y no oriental). En ese encuentro fugaz con ella (intercambian en la distancia miradas la mujer y el extranjero. La mujer desaparece en el agua antes de llegar ante su presencia), Keia y Jouncour hablan sentados en la orilla durante horas. Cuando se van (la mujer todavía no ha regresado), Jouncour deja caer, sin que le vean, un guante junto al vestido de color naranja abandonado por ella en el suelo.
En la aldea es alojado por gentileza de Kei y vive con cinco sirvientes que le siguen a todas partes. Por la noche, tres mujeres ancianas le bañan con un ritual especial. También en esos días Kei le cuenta una tradición del pueblo (la gente sube a un monte y mira cómo vuelan unos pájaros con grandes pájaros azules y en su vuelo ven su futuro). A su vez, Jouncour recuerda una leyenda que dice que en Japón, para honrar la fidelidad de sus amantes, los hombres les regalan pájaros refinados y bellísimos. Kei tiene cantidades de pájaros enjaulados en tributo a la mujer misteriosa.
Joucour desea saber quién es la mujer y se lo pregunta a un inglés vendedor de armas que conoce en la aldea y al propio Kei. Ninguno le contesta. Por la noche, en el baño una manos desconocidas (él tiene la cara tapada) y sensuales le jabonan y le secan el cuerpo, dejándole un papel con unos ideogramas en tinta negra.
Al día siguiente parte con la nota. Regresa a su casa y su mujer le dice con voz de terciopelo: “has vuelto”. A su regreso Joncour desea encontrar a alguien que sepa leer japonés, nada fácil y, por fin, su amigo Baldabiou le manda a Nîmes donde hay una “madame” de origen nipón que regenta un burdel. Tras entrevistarse con la mujer, le traduce las letras: “regresad o moriré”. La madame le aconseja que “lo deje estar”, que no vaya en su socorro porque “no morirá”. El sigue con su vida familiar, viaja a la Riviera, piensan en tener un hijo, pero ese mensaje hace que sufra en silencio.
Joncour regresará una tercera vez. Los pájaros, símbolo de fidelidad, han escapado de las jaulas. El encuentro con la mujer es más evidente. El extranjero le muestra el papel y ella sonríe, apoya su mano en la de él. Pero Kei aparece rompiendo el encantamiento y le dice: “es siempre difícil resistir la tentación de volver ¿no es cierto?”. También afirma que la mujer no conoce el idioma francés. Esa noche la mujer misteriosa le prepara un encuentro amoroso con otra mujer con kimono blanco y les deja haciendo el amor. Al día siguiente Hara Kei y la mujer ya se han marchado para cuando se despierta. Además, los pájaros han vuelto a sus jaulas.
A su regreso a Francia, Joncour ama a su mujer “con tanta impaciencia que ella se asustó y no consiguió retener las lágrimas”. Le dice que es porque es muy feliz. El va cambiando, convirtiéndose en un hombre con una vida apartada, con un “humor melancólico”. Viaja con su mujer a Niza y entre ambos se mantiene un amor sereno, convencional.
Estalla la guerra en Japón y la situación de los huevos empeora en Francia a pesar de haber contratado a un joven biólogo, Louis Pasteur. En el pueblo se discute si conviene volver a Japón a por más huevos o unos italianos pueden convertirse en sus agentes trayendo el género de China. Esta vez Joncour fuerza a su amigo Baldabiou a enviarle a Japón porque quiere ir a pesar de todos los riesgos. Su mujer intenta que Baldabiou no le mande, pero éste le comenta que no puede hacer nada, que desea ir y “sólo le está dando una razón para que vuelva”. El marido promete a su mujer que volverá.
Cuando llega a Japón (1964) todo está destruído. Cuando llega a la aldea no hay nadie, hasta que un niño, de forma “sorprendente e irracional” sale de la nada con el guante que había dejado tirado en la orilla del lago en un anterior viaje. El niño le dirige por todo Japón hasta donde está Hara Kei y la mujer misteriosa. Kei le pregunta cómo ha llegado hasta ahí, quién le ha traído. El extranjero no contesta. Kei le recomienda que se vaya, que están en guerra, una guerra que nada tiene que ver con él. Joncour le entrega el oro para que pueda sufragar los gastos de la guerra, pero Kei lo desprecia. Al día siguiente aparece ahorcado el niño que le había conducido. Kei le comenta que en Japón es un crimen llevar un mensaje de amor de la propia amada. El extranjero le contesta que el niño no llevaba ningún mensaje. Kei le responde que el niño era el propio mensaje. Kei y su séquito abandonan la zona mientras una escopeta apunta la cabeza del extranjero que oye cómo la mujer misteriosa desaparece con su protector.
Tras comprar unos huevos en otro lugar, regresa a Francia. Las larvas llegan muertas. Su mujer le recibe y él le dice “quédate conmigo, te lo ruego”. El pueblo se ve empobrecido por la falta de huevos. Entonces, Joncour, en un acto altruista, decide emplear a la gente en construir su parque y deja gran parte de su fortuna en pagar los sueldos. Gracias a esa medida, no se pasa hambre en el pueblo.
Baldabiou le pide que le cuente qué le ha pasado en Japón, por qué está así. Su amigo hace un repaso de los viajes y le dice una frase que le preocupa “morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca”.
Seis meses después del último viaje, Joncour recibe una carta escrita en japonés sellada, aparentemente, en Ostende. El viajero decide volver a buscar a la “madame” de Nîmes. Le recibe y le traduce la carta, una carta llena de sensualidad donde la mujer misteriosa le narra cómo están haciendo el amor y lo que están sintiendo. Al finalizar, le dice que no se verán más, “lo que era para nosotros, lo hemos h echo y vos lo sabéis. Creedme, lo hemos hecho para siempre. Preservad vuestra vida resguardada de mí. Y no dudéis un instante, si fuese útil para vuestra felicidad, en olvidar a esta mujer que ahora os dice, sin añoranza, adiós”.
Joncour pasa el resto de su vida sin necesidades, con la calma de los hombres que se sienten en su lugar. Baldabiou parte del pueblo en 1871 (tras perder una apuesta consigo mismo) y Hélène muere en el invierno de 1874 de unas fiebres cerebrales. Unos meses después, en el cementerio Joncour observa una coronita de minúsculas flores azules (flores que la “madame” llevaba como anillos en sus dedos). Entonces, Joncour, tras reflexionar mucho, regresa a casa de la “madame”, ahora en París porque se ha convertido en una mantenida, y le acusa de haber escrito aquella carta en japonés. Pero ella le responde: ¨”aquella carta la escribió Hélène” Afirma que ella sólo la tradujo al japonés. También le comenta que su esposa hubiera deseado más que cualquier otra cosa ser aquella mujer.
Joncour todavía vive veintitrés años más con serenidad y buena salud. Administra sus negocios, relata sus viajes a los que quieren escucharle y “cuando la soledad le oprimía el corazón, subía hasta el cementerio para hablar con Hélène”.
Personajes:
Se produce un triángulo amoroso entre Jouncour, Hélène y la mujer misteriosa. El cuarto en discordia es Hara Kei.
Joncour es el hombre tranquilo que ve pasar la vida desde una posición de conformismo, pero que los acontecimientos obligan a tomar decisiones (viajes lejanos) que, de alguna manera, implican entrar en mundos desconocidos y tomar riesgos. Así Joncour pasa de una vida familiar tradicional a ser “tentado” por el mundo, en este caso, por un amor misterioso. Sin embargo, él intenta mantener el amor más inmediato que tiene con su mujer al mismo tiempo que quiere descubrir ese otro amor. Es un personaje muy humano que el autor “exilia” de su vida cómoda y le obliga a deambular por el mundo y asumir una situación que le supera.
Hélène y la mujer misteriosa son dos seres sufridores y, hasta cierto modo, pasivos que defienden sus vida de manera diferente. Hélène ve que su marido está siendo seducido por una nueva persona y poco puede hacer para evitarlo. Sin embargo, no se rinde y busca alejarlo del peligro y de la obsesión. Para ello utiliza algunas “armas de mujer” (la falsificación de la carta).
La mujer misteriosa intenta escapar de su situación de “prisionera” de su amo (Hara Kei), bien por amor, bien por simple supervivencia, e intenta que Joncour sea el salvador. Ambos personajes son mostrados por el autor de manera parcial, incompleta. Nunca sabemos mucho de ellos, ni de sus sentimientos (sobre todo de la mujer misteriosa).
Hara Kei representa al hombre feudal, el poder, la relación jerárquica y, a su manera, el amor-propiedad. No es un mal hombre, pero mantiene una rigidez propia del estilo japonés (o por lo menos del estereotipo japonés que tenemos los occidentales). También es fruto de sus circunstancias.
También tiene importancia Baldabiou como personaje referencia para articular las relaciones entre el pueblo, los Joncour, y como amigo de la pareja. Tiene el papel de hombre bueno, sabio sin querer serlo.
Temas:
El tema principal es el amor en sus distintas facetas de atracción, seducción, sexualidad, etc. y cómo afecta a la vida de las personas y, en especial, a las parejas.
Aparecen en la novela dos tipos de amor, uno sereno, cotidiano, normal, convencional (Hélène-esposa) y otro más provocador, exótico, salvaje, prohibido (la mujer misteriosa-amante). Ambos amores parecen llevaderos en la vida de Joncour, pues uno no desplaza al otro totalmente, sino que se solapan, al menos en parte.
También trata sobre la vida en Francia a finales del siglo XIX, los viajes de los comerciantes, el cultivo de la seda.
Lenguaje y técnica literaria
Novela impactante por su aparente sencillez literaria (estilo sobrio, lenguaje claro, textos cortos, descripciones precisas) y por su riqueza simbólica (parque, jaula, etc.) que permite introducirte de manera paulatina en una historia de amor y sensualidad compleja (triángulo amoroso) y en una época determinada (muy alejada de nuestra realidad actual).
La novela es de género romántico con connotaciones historico-realistas (explica una época determinada) y autobiográficos (trata de la vida de una persona, Joncour).
La obra, bien estructurada en 65 capítulos cortos, arranca de forma lenta, incluso pictórica (escenas quietas), y va adquiriendo un mayor ritmo (aunque siempre pausado, acorde con el tipo de vida de aquella época), manteniendo la tensión en todo momento hasta el final. La historia es coherente y está bien ambientada sin necesidad de muchas descripciones. Los personajes, en su forma de ser, en sus comportamientos, tienen gran verosimilitud. Quizá la mujer misteriosa queda un poco desfigurada con respecto al resto, sobre todo en su presentación inicial.
La narración está en tercera persona, con un tono formal y con un estilo sencillo, pero muy cuidado (es tan sencillo por lo cuidado). Apenas hay diálogos (es muy descriptivo) y las frases son, en general, con gran carga de significado.
Factores positivos
La novela posee un alto valor literario y demuestra una gran sensibilidad por parte de autor. Trata un tema universal como es el amor de manera excepcional.
Factores negativos
Quizá un cierto desdibujamiento de la mujer misteriosa y el exceso simbólico que puede dificultar la interpretación en algún momento.
Valoración de la obra:
Literaria
Excelente novela dotada de gran valor literario y de un buen tratamiento temático. Puntuación: 8,5
Comercial
Funcionará muy bien en el mercado por su simplicidad y por tratar un tema universal como es el amor que tiene una gran incidencia en las mujeres (más numerosas lectoras que los hombres). Puntuación: 8
Público
Adultos de ambos sexos, de nivel cultural medio-alto, a partir de los 18 años.
Portada
Una mujer de espaldas con kimono.