Revista Cultura y Ocio
Según Berthold de Chiemsee, la primera nada es la nada absoluta a partir de la cual Dios crea el universo. La segunda nada es el mal inmenso plasmado en un anti-ser del que el diablo es epítome, aunque no sea idéntico a él. La tercera nada es el pecado o mal por participación.
La primera nada es más antigua y más fuerte que la criatura, por lo que ésta precisa de la creación continua de Dios para mantenerse en su esencia y no ser aniquilada.
La segunda nada, aunque ilimitada por naturaleza, es limitada por Dios mediante su providencia para que no destruya el mundo.
La tercera nada es combatida por el poder divino a través de la recreación y salvación del hombre en Cristo, que dan lugar a la gracia y los sacramentos.
Es interesante la dialéctica establecida por el autor entre Dios, el hombre y las tres nadas:
- La primera nada es la ausencia total de ser, ya que Dios crea el universo sin materia preexistente. Es finita al quedar comprendida en el poder de Dios, el cual crea mezclando la causa eficiente con la causa deficiente, el ser con la nada.
- La segunda nada parte del presupuesto de que toda afirmación, si puede ser negada por completo, se corresponde con una negación simétrica ("Si A no es X, no-A es X"). No procede de Dios dado que no es Dios ni criatura, ni es -como la primera nada- el medio con el que Dios crea, pero es infinita al ser la negación simétrica de los atributos divinos. Es, por tanto, infinita maldad, infinita parvedad, infinita impotencia, infinita imprudencia, infinita falsedad, etc. El razonamiento es como sigue: Dios, al no poder crear a su igual, crea las criaturas. Éstas son buenas en tanto participan de la esencia divina, mas no son el bien absoluto puesto que no se identifican con ella. Por consiguiente, el bien absoluto puede ser negado y es negado en las criaturas. Sin embargo, las criaturas son finitas y el bien absoluto es infinito, de modo que las criaturas no pueden negar absolutamente al bien absoluto, ya que no se oponen a él simétricamente en tanto criaturas. Pero pueden negarlo absolutamente en tanto obren el mal, toda vez que el mal se opone simétricamente al bien. Luego la negación de Dios no es una criatura finita, sino una no criatura no finita. O lo que es lo mismo: Si el bien absoluto no es causa de la maldad, el mal absoluto es causa de la maldad.
- La tercera nada, el pecado o deficiencia moral, depende de la primera nada, es decir, del mal metafísico que penetra todo lo finito, y de la segunda nada, esto es, del mal absoluto como causa del mal. Por ello el hombre cae en el pecado: porque puede ser tentado por razón de la primera nada y es tentado en virtud de la segunda nada. Su corruptibilidad sería una potencia nunca actualizada si no hubiera una causa activa de corrupción capaz de resistir a la gracia de Dios. Esta causa es el mal absoluto, el cual no puede ser percibido directamente por el hombre, al estar desligado de todo bien. De donde cabe inferir que, así como la primera nada es el medio por el que el mal metafísico entra en el mundo (el ser debe mezclarse con el no-ser para que lo finito exista), la segunda nada, auxiliada por una criatura más perfecta que el hombre capaz de percibirla directamente, es el medio por el que el mal moral entra en el hombre.