Revista Cultura y Ocio
Según creo, las premisas son correctas y la conclusión inevitable. La premisa 1 es un axioma y negarlo conduce a una contradicción. Véase: Si tu línea genealógica fuera infinita, no tendrías un primer padre. Sin primer padre, no habrías tenido segundo ni ulteriores padres, por lo que no habrías nacido. Pero has nacido. Por tanto, tu línea genealógica no es infinita, ya que conlleva una contradicción, a saber, que no has nacido y has nacido.
Las premisas 2, 3, 4, 5 y 6 se siguen de 1.
La premisa 7 también tiene valor axiomático. Existir es obrar y obrar es existir.
La premisa 8 depende de la distinción entre lo real (que cambia) y lo verdadero (que no cambia). Si concedemos que lo real depende de lo verdadero, como se ha probado mediante las premisas 1 a 6, y que esta dependencia condiciona a lo real; y, por otro lado, admitimos que el condicionar a otro forma parte del obrar y, por consiguiente, del existir, entonces es innegable que la verdad, aun desvinculada de la realidad, obra y existe.
La premisa 9 se sigue de la 6 y de la 8. Si la verdad absoluta no es real y existe, debe concluirse que existe sin estar sujeta a cambio o alteración de ninguna clase.
La premisa 10 es una reducción al absurdo. Si la verdad absoluta es limitada, no puede ser fundamento de lo limitado, ya que si se fundara a sí misma sería ilimitada; luego debe depender de lo que fundamenta lo limitado, puesto que las relaciones de dependencia son limitadas (en base a la premisa 1). Por ello debería concluirse que la verdad absoluta depende de una no-verdad y no es fundamento de las relaciones de dependencia, siendo absoluta sólo nominalmente. Pues de lo contrario sería independiente (por ser absoluta ex definitione) y dependiente (por necesitar fundamento, en base a la premisa 1). Como ambas consecuencias son imposibles (que sea una verdad absoluta que no hay verdad absoluta, o que la haya y, por su limitación, venga a ser un oxímoron), se rechaza y se concluye lo contrario, a saber, que la verdad absoluta es ilimitada.
Observa que negar la verdad absoluta sólo puede hacerse absolutamente, como hecho bruto. Dado que, si la verdad según la cual la verdad absoluta no existe fuera dependiente de otra verdad, nos llevaría a postular la verdad absoluta (nuevamente, por la premisa 1). Ahora bien, si la verdad según la cual no existe verdad absoluta es un hecho bruto no dependiente de nada, entonces la proposición "No existe una verdad absoluta" sería una verdad absoluta, al 1) representar la adecuación perfecta entre el lenguaje y la realidad y 2) carecer de fundamento. Y, como tal, se refutaría a sí misma.
La premisa 11 señala que, si la verdad absoluta no es limitada, no está en el mundo, en el sentido de que ni se ubica en él, ni concuerda con él, ni se identifica con él.
A partir de aquí, aunque en esta versión lo haya omitido para no fatigar, es sencillo deducir los atributos de Dios. Así, una verdad ilimitada es un ser sin defectos del que deben predicarse todas las perfecciones, incluida la existencia. Y ello considerando que ésta es un predicado derivado del obrar (que en Dios es un obrar óptimo y máximo) y que la verdad a priori es necesariamente.