Revista Cultura y Ocio

Seguimos siendo los mismos

Publicado el 08 enero 2016 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas

El paso del tiempo es curioso. Parece mentira pensar que ya estamos en 2016. Hace nada, cuando pensábamos qué estaríamos haciendo este año nos imaginábamos muy cambiados, mucho más viejos y maduros, pero visto desde dentro de uno mismo, nos sentimos la misma persona.

Realmente hemos cambiado, pero estamos tan cerca que no tenemos perspectiva para apreciarlo porque convivimos con nosotros mismos todos los días.

Los cambios, son casi siempre sutiles, te dejan de hacer gracia los mismos chistes de siempre, esa prenda que antes no te quitabas lleva medio año en el armario sin que te la pongas o simplemente dejas de escuchar aquel grupo de música del que en su día te enamoraste.

El paso del tiempo es imperceptible. Todos estos cambios no son nada por si mismos, pero vistos en perspectiva, como un conjunto, significan algo. Todos maduramos, para bien o para mal, y a veces es peligroso no darse cuenta de ello. Es peligroso pensar que seguimos siendo la misma persona cuando en realidad hemos cambiado. Hemos perdido parte de nuestra inocencia y a cambio hemos ganado en personalidad, en definir quienes somos. Cada vez contestamos con un “me da igual” a menos preguntas. Cada vez sufrimos menos ante el dolor ajeno y nos volvemos más egoístas, pero también tenemos muchas más capacidades. Podemos imaginar proyectos ambiciosos y llevarlos a cabo. No todo es malo, pero es importante saber quien eres.

Cuando entre en el instituto, frente a este, había un solar en el que estaban empezando a construir un gran edificio. El primer día de la primera clase de primero de la ESO, el profesor señalo por la ventana y nos dijo: “Cuando salgáis del instituto, ese edificio estará terminado”. Parece una

tontería, pero esa frase se me quedo marcada. Ese edificio se convirtió en mi calendario. Año tras año, yo miraba por la ventana y veía como de la excavación de los cimientos, pasaban a levantar el primer piso, y tras este el siguiente. Iban pasando los meses y el edificio iba creciendo. Siempre que me aburría miraba por la ventana y veía el edificio a medio construir y me preguntaba “¿Cómo seré cuando ese edificio este terminado?” Lo cierto es que casi ni me doy cuenta. Se terminó cuarto de la ESO y al abandonar el colegio con el alboroto propio de la llegada de las vacaciones, salimos todos corriendo, pero ya fuera, me di la vuelta y vi el edificio terminado. Me pasé el resto del día pensativo. Ver el edificio terminado fue un shock para mí porque inconscientemente, siempre había pensado que ese edificio no se terminaría nunca, y que en caso de terminarse, el yo que lo vería sería otro, pero en realidad, me sentía exactamente igual que cuando el profesor nos hablo del edificio, seguía siendo la misma persona a pesar de haber cambiado.

El paso del tiempo es muy lento, y a pesar de todo nos pilla desprevenidos. No tenemos una mente lo suficientemente grande como para pensar en periodos de tiempo prolongados. Porque por muchos planes que hagamos, todos vivimos al día. El edificio era mi reloj, mi calendario, una manera dinámica de medir grandes períodos de tiempo.

Da igual lo que sea, un edificio, un niño o un árbol, pero a veces es necesario algo externo, que vaya creciendo poco a poco para que seamos conscientes de que el tiempo pasa, y de que no pasa en balde.

El caso, es que ahora estamos en 2016, y miramos hacia atrás y pensamos en como hemos cambiado, pero no es suficiente. ¿Como seremos en 2030? Parece una fecha de ciencia ficción, pero algún día llegará. Seguro que el día que llegue nos sorprendemos, pensamos en como ha pasado el tiempo y nos sonreímos al recordar lo tontos que somos ahora, pero pase lo que pase, seguiremos siendo la misma persona.

En fin, todo esto puede ser abrumador, pero no debemos dejar que nos supere, al fin y al cabo, el paso del tiempo es inexorable. No vamos a poder volver atrás ni vamos a poder acelerar para llegar antes al futuro, por lo tanto, hay que disfrutar del ahora, que es lo importante. Feliz 2016 y que no os abrume la cifra.

Orson Lopez


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