Revista Salud y Bienestar
La tuberculosis es vista hoy en día como una enfermedad en extinción, más propia de otros tiempos y países. Sin embargo, no se ha conseguido borrar por completo esta patología del mapa de las enfermedades infecciosas. Por el contrario, el número de afectados sigue siendo excesivamente alto en los países ricos, una circunstancia atribuible fundamentalmente a los procesos migratorios y al VIH, según ha explicado el doctor Emilio Bouza, jefe del Servicio de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, de Madrid, durante la “Jornada sobre Tuberculosis: epidemiología, diagnóstico, tratamiento y prevención”, organizada por la Fundación de Ciencias de la Salud y la Fundación Rafael del Pino, en colaboración con CIBERES (Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Respiratorias) y GlaxoSmithKline (GSK).
Los expertos que han participado en esta actividad, enmarcada en la Semana de la Ciencia, estiman que la tuberculosis afecta a 20-25 personas por cada 100.000 habitantes y año en España, aunque varía ligeramente de unas regiones a otras. “Aunque la cifra en cuestión está muy lejos de la de décadas pasadas, todavía supera la de otros países desarrollados del mismo entorno”, apunta el doctor Bouza. Asimismo, al contrario de lo que pudiera parecer, no se ha incrementado el número de casos en los últimos años, sino que la caída se ha estancado. Por todo esto, parece que no hay motivo de alarma. “De hecho, hoy en día se está luchando contra esta enfermedad con mejores armas que nunca”, añade. Como era de esperar, la situación epidemiológica es muy distinta en los países pobres, donde se dan millones de casos cada año y la inmensa mayoría de ellos terminan falleciendo.
“La población inmigrante copa una tercera parte de los casos de tuberculosis de nuestro país”, según el doctor Bouza. Generalmente suele darse en personas con bajas condiciones socioeconómicas, aunque no siempre es así. “El alcoholismo es otro factor de riesgo destacable, al igual que la toma de inmunosupresores por parte de pacientes trasplantados o portadores del VIH”, afirma. Por su parte, el nivel de resistencias a los medicamentos antituberculosos es bastante bajo en España, a diferencia de lo que ocurre en los países pobres, donde “se hace necesario disponer de nuevos fármacos para el tratamiento de esta patología”. Precisamente, esto es a lo que se dedica el Campus para el Desarrollo de Medicamentos para Enfermedades de Países en Desarrollo de GSK (DDW - GSK), una innovadora iniciativa de colaboración público-privada de la que se ha hablado durante la jornada.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) se había propuesto la erradicación de la tuberculosis para antes de 2015, algo que no será posible por culpa del sida, entre otras causas. “Mientras esto no ocurra, los países han de seguir alerta y establecer una política de seguimiento de casos más coordinada si cabe”, señala el experto. En este contexto, “el control de los grupos de alto riesgo es particularmente importante: tanto la población inmigrante como los pacientes VIH o hepatópatas”, explica. A este respecto, “la biología molecular empieza a jugar un papel muy importante en el abordaje de esta enfermedad, de tal manera que se ha acelerado enormemente su diagnóstico con la aplicación de técnicas más precisas”.
--Cepas de tuberculosis con DNI
Sin embargo, la integración de la biología molecular en el abordaje de la tuberculosis tiene su máximo exponente en el ámbito de la epidemiología. Las herramientas moleculares “nos están permitiendo a los microbiólogos identificar al máximo cada bacteria o cepa que aparece, así como las líneas familiares que hay entre ellas”, explica el doctor Darío García de Viedma, también especialista del Servicio de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas del Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Asimismo, esta disciplina “nos ha permitido encontrar rutas de transmisión de la enfermedad en entornos no convencionales que ni se hubieran sospechado con los sistemas convencionales”. De esta manera, se ha logrado profundizar al máximo en el estudio de la transmisión de esta patología.
Durante la jornada, este experto ha presentado datos de dos estudios multicéntricos liderados por el Servicio de Microbiología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón: uno de Madrid y el otro de Almería. “Esto nos ha permitido dibujar con mucha más precisión un panorama que estaba poco claro y plagado de ideas preconcebidas y no demostradas, lo que demuestra la enorme utilidad que pueden tener las herramientas moleculares en el control de la tuberculosis”, explica. Por todo esto, el doctor García de Viedma demanda la integración de todas estas experiencias en las estrategias autonómicas de salud pública, así como una mayor financiación institucional que convierta estas prácticas en algo rutinario, tal y como ya ocurre en países como Holanda.
“La experiencia de Almería está siendo mucho más satisfactoria que la de Madrid, pues allí hay una excelente comunicación entre microbiólogos, infectólogos y epidemiólogos, que ya están utilizando información molecular para controlar las rutas de transmisión de la tuberculosis”, afirma el experto. Considera que este modelo es único en el mundo, lo que constituye un gran mérito si se tiene en cuenta que esta provincia tiene una enorme inmigración. En el resto de España, “no nos podemos permitir el lujo de tener laboratorios capacitados para la realización de pruebas moleculares y no sacar partido de ello intentando mejorar al máximo la eficacia en el control de esta enfermedad”, comenta.
Entre otras conclusiones, los estudios demuestran que hay mucha permeabilidad en la transmisión de la tuberculosis. “Esto quiere decir que es más que probable que la transmisión de esta enfermedad se produzca entre pacientes de diferentes nacionalidades de la misma manera que entre la población autóctona y la inmigrante, y viceversa”, señala el doctor García de Viedma. Otra observación inédita de ambas investigaciones apunta que, al contrario de lo que se venía creyendo, la tuberculosis del inmigrante no siempre es importada, sino que hay veces que la infección se produce con cepas españolas. Esto también es relevante desde el punto de vista terapéutico, pues “puede significar que en un inmigrante con tuberculosis no deba presuponerse necesariamente resistencia a antituberculosos como consecuencia de la importación de cepas de sus países de origen, más frecuentemente resistentes”.
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