Revista Opinión

Segunda nave al Sol

Publicado el 12 febrero 2020 por Daniel Guerrero Bonet

Segunda nave al SolUna nueva sonda ha sido enviada hacia el Sol, esta vez a cargo de la Agencia Espacial Europea (ESA). Se trata de la nave Solar Orbiter (SO), construida por Airbus y lanzada al espacio desde Cabo Cañaveral (Florida, EE UU), el pasado 10 de febrero. Su intención es, después de diversas maniobras gravitatorias aprovechando atracción de Venus, situarse en una órbita inclinada en torno al Sol, que le permita acercarse a una distancia, en el perihelio, de tan sólo 42 millones de kilómetros. Para ello, tendrá que realizar una aproximación con órbitas cada vez más cercanas al astro rey, sobrevolando Venus, que no se completará hasta diciembre de 2026. Pero en febrero de 2021 se producirá el primer paso cercano al Sol, a una distancia de unos 75 millones de kilómetros. El objetivo de la misión es estudiar la actividad solar y analizar los mecanismos de formación del viento solar.
Es la segunda nave que se manda al espacio para estudiar nuestra estrella. En agosto de 2018, la NASA lanzaba la Parker Solar Probe(PSP) con una misión semejante y una técnica de aproximación idéntica. Sin embargo, ambas misiones no compiten, sino que se complementan para estudiar el Sol con instrumentos diferentes y desde ángulos y distancias distintos. Todos los resultados que se obtengan aportarán una información más completa y rigorosa del astro que nos alumbra. De hecho, ambas misiones forman parte del programa GHO (Great Heliophysics Observatory) de la NASA.
Segunda nave al SolLa sonda PSP volará más cerca del ecuador del Sol, en la llamada corona solar, para medir campos magnéticos y las partículas de plasma. La SO, por su parte, podrá “ver” y fotografiar por primera vez, desde una órbita algo más lejana e inclinada, los polos solares, las regiones del astro que desde la Tierra no se pueden contemplar. Pero ambas se enfrentan al mismo peligro de quedar “achicharradas” por la radiación solar, a pesar de los escudos térmicos con los que se protegen. El desafío es, pues, inmenso, tanto como las expectativas científicas que suponen las dos naves solares.

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