Revista Cultura y Ocio

Segunda residencia

Publicado el 21 mayo 2012 por Brisne @Brisne72
Segunda residencia
" Miriam les cuenta que la casa la construyó él con sus propias manos. Les cuenta que apilaba las pideras los días de lluvia, para que se empapasen bien antes de soldarlas al cemento. Les cuenta que está en el límite entre dos regiones, un lugar mágico, habitado de espíritus, de meigas".
No tengo una segunda residencia, pero si la tuviese me encantaría tener una casa entre dos regiones, mágica y llena de meigas. Y los llevaría a ellos, a Paula que acaba de tener un hermanito y le pondría chocolate con churros y hablaríamos del colegio, de las monjas. Y me sentaría con Olga en el salón en zapatillas de estar en casa, nos beberíamos una botella de champagne y hablaríamos del bombero o del vecino de abajo. Luego llegarían Maribel y él, el futuro ingeniero y me hablarían de la universidad, de la juventud, de los proyectos. Y sonreíriamos mientras recordamos tiempos pasados. Al cerrar la puerta, Raquel pondría un pie y me hablaría del bar de Fran y de su trabajo oscuro y clandestino. "No sabes lo horrible que es atender el teléfono y ocultárselo a Fran". Seguramente la entendería, porque todos tenemos algo clandestino en nuestra vida, algo que ocultamos al resto.  Y vendría Teresa con Debussy a la espalda y un montón de fotografías en la mochila. Me las enseñaría. Estoy segura que serían retratos perfectos, de niños de comunión o de bandas de rock malditas.Vendría Luis, tomaría un bocadillo de bacon y por fin hablaría del niño muerto, del dolor que le atenaza el alma y por eso come bacon y va de vacaciones a la playa. A cada momento lo recuerda aunque no diga nada a su mujer, porque lo que no se nombra no se siente. Beatriz llegaría sonriente, por fin había conseguido la plaza deseada. Y hablaríamos de los niños, de su futuro incierto, del trabajo innoble a los dieciseis años e intentaríamos que ahora no nos pasase lo mismo.Incluso vendrían el psicologo y su esposa y Víctor y su sobrina. Un poco desequilibrados sí, pero interesantes también. Y al final entre llamaradas, llegaría él con sus finas maneras y su mujer del brazo. El escándalo de la fiesta. Vamos que si pudiese me los llevaría a todos porque me he trasladado a vivencias cotidianas, a seres que no conozco pero que cada día me cruzo con ellos, nos miramos a los ojos y seguimos nuestras vidas. Vidas cotidianas. Sabores cercanos.
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