29 de noviembre de 2016, el rincón de la pecosa cumple 2 años. Acaban de llegar mis 26 años y me cuesta asimilar que dejé atrás los 25, un gran año en mi vida profesional.
Tengo una amiga (bueno, tengo exactamente 8), que lleva media vida apoyándome y prácticamente “obligándome” a que contara mi percepción de la vida estética, a que mostrara todo lo que he aprendido y aprendo, todo lo que vivo profesionalmente. Pasaron unos años hasta que decidí dar el paso de empezar y, por supuesto, lo hice el día de su cumpleaños. Cada aniversario será un homenaje a ella. Feliz cumpleaños.
Sigo viviendo por y para enseñar/aprender, trabajando en una academia privada de estética desde hace ya más de un año. Como siempre, intento inculcarles a mis alumnas (aún no tengo ningún alumno) el gran entusiasmo que siento por esta profesión. Siento que son más que personas que quieren aprender, son extensiones de mí. Son como yo, como fui. Las veo equivocarse y enfadarse por ello, y me parece bonito. Me parece lo más bonito.
Compañerismo, tan importante y necesario como respirar. Somos una familia y practicamos la convivencia cada día. No podrán llegar a ser buenas si dejan que la competitividad no sana las inunde. En cualquier puesto de trabajo tendrán compañeros/as que respetar, ayudar y valorar.
En nuestra academia, los servicios de estética son más baratos de lo habitual ya que el alumnado está en pleno aprendizaje. Aún así, hay clientes que no lo entienden y corrigen, infravaloran e incomodan al alumno/a impidiendo que pueda realizar correctamente el trabajo. Por supuesto, esto no sólo les pasara mientras aprenden sino también cuando sean profesionales. En estos casos, deben aclararle al cliente con total educación y respeto quién es el profesional y que no tiene de qué preocuparse. Desde mi punto de vista, la frase: "el cliente siempre lleva la razón" debe completarse con un: "hasta que deja de llevarla". Todo tiene un límite.
Esta profesión podemos dividirla en dos grandes sectores: técnica y creatividad. El trabajo técnico requiere esfuerzo, disciplina y mucha paciencia. Sin embargo, la imaginación es algo personal y en cada persona es diferente. Por lo tanto, además de saber cómo realizar el oficio hay otra parte importante: la innata y vocacional. Me esfuerzo enormemente en explicarle a todo el mundo, no sólo a las alumnas, el gran valor que puede llegar a tener trabajar disfrutando. El trabajo no dejará de ser trabajo pero resulta más ameno si eres feliz.
Vuelvo a dar las gracias en este segundo año de vida a todos los lectores, seguidores, profesionales y fans de la estética. También a mi clase, mis niñas, ellas son mi reflejo y mi esperanza de futuro para este gran mundo de la belleza
“Soñar es la actividad estética más antigua”. Jorge Luis Borges