En mi blog he tratado en más de una ocasión de los accidentes laborales y/o ambientales y como estos pueden afectar tan negativamente para nuestras vidas y a las propias empresas. Pero no olvidemos que en nuestro país cada año se producen decenas de miles de accidentes en los que los niños y niñas sufren lesiones de diversa gravedad. Y no está de más recordar que los accidentes son la primera causa de muerte entre nuestros niños a partir de un año. Un dato a tener muy en cuenta para las trabajadoras de guarderías y de centros de educación primaria.
Pese a que la inmensa mayoría de esas lesiones, no tendrían consecuencias, dentro de lo que podríamos catalogar como graves, hace falta que los padres y por extensión todos los adultos, que tengan cerca un niño (familiares, maestros, cuidadores, etc.), estén suficientemente informados de los principales riesgos de accidentes infantiles y de las circunstancias que los rodean. Así, en este blog, daré unas ideas de prevención que toda persona pueda empezar a aplicar desde el primer momento.
Al nacer, el niño es un ser vivo indefenso que depende totalmente de los adultos. Con el paso del tiempo, junto con la adquisición y aprendizaje de los hábitos, conductas y funciones que le hará más independiente, será necesario que aprendan a reconocer los peligros y a actuar de la forma más adecuada para evitarlos. Así podemos aplicar este calendario orientativo, para la prevención de accidentes en la infancia:
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De 0 a 3 meses. El niño se encuentra en una situación totalmente pasiva. En términos de prevención debemos de evitar la caída de objetos pesados encima; evitar que se ahogue con la ropa o con el cojín; nunca dejarlo en un lugar desde donde se pueda caer y siempre dentro de nuestro vehículo el bebe ha de ir siempre bien sujeto (nunca en los brazos).
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De 3 a 6 meses. El bebe además de lo apuntado anteriormente suele tener tendencia a ponerse cualquier cosa en la boca. Teniendo esto claro, los adultos hemos de vigilar los juguetes que adquiramos (sobre todo los que tienen piezas desmontables o substancias químicas que puedan tragarse). Aquí mucho cuidado de donde adquiramos los juguetes puesto que no todo “vale” y estos han de ser lo suficientemente garantes que no son peligrosos,, levando el oportuno control por el Mercado Económico Europeo.
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De 6 a 12 meses. Empieza a gatear y tiene unas ganas inmensas de conocer y tocarlo todo (alta curiosidad). Las principales medidas de prevención van encaminadas hacia la vigilancia que no introduzca los dedos en enchufes, que no juegue con cables o alargadores eléctricos. También como tiene tendencia a estirar toallas, cuerdas o cordeles de cortina, existiría peligro que le caigan objetos encima. En nuestro hogar tener cuidado cuando se abran o cierren puertas o ventanas, las escaleras y la bañera para evitar ahogamientos. En la conducción debemos cerciorarnos que se encuentre sentado y perfectamente sujeto en la silla especial fijada en los asientos posteriores.
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De 1 a 3 años. El niño desarrolla el movimiento, la curiosidad y los hábitos. Existen peligros de intoxicación (medicamentos, productos de limpieza, pinturas, productos tóxicos almacenados en envases de productos de cocina, etc); peligros de quemaduras en nuestros quehaceres habituales en cocina (líquidos, metales calientes, vitrocerámica, etc); evitar caídas desde sillas, camas, ventanas y barandillas de balcón (tener controladas para ello puertas , incrementar la altura de barandillas o controlar la luz de estas) y sobre todo extremar la precaución en la calle no dejándolo sólo y con una vigilancia constante. Para evitar ahogamientos, protegeremos los accesos a las piscina y similares y usar flotadores seguros. Durante las comidas controlar que esté bien posicionado en la sillita y controlar el proceso de alimentación con el objeto de evitar atragantamientos.
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De 4 a 9 años. Se aprecia un aumento de la autonomía. Deberemos enseñarle las normas básicas de seguridad vial y al cruzar las calles; dentro de los automóviles, obligatoria la sujeción en los asientos posteriores y con puertas con dispositiva de seguridad; conocimientos básicos de natación y flotabilidad en el agua (siempre bajo la supervisión y control de adulto) y conocer las normas de seguridad propias de cada actividad deportiva.
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De 10 a 14 años. Se correspondería con una etapa de gran desarrollo tanto físico como psicológico. Educarle en la seguridad del tránsito (empieza a utilizar vehículos móviles en carretera como bicicletas, patines, entre otros sin el control paterno constante); conocer los riesgos del fuego y la electricidad y la manera de evitarlos y evitar que juegue a juegos peligrosos (dardos, petardos, etc.) sin la supervisión de un adulto.