El domingo tenemos dos citas inaplazables. A las 16.00, Alemania-Inglaterra, un duelo con más cuentas pendientes que la economía griega. La revancha de la final del 66, con aquel no gol de Geoff Hurst, o de las semifinales de Italia’90, en la los germanos se tomaron cumplida revancha ante la penúltima gran generación de fútbolista ingleses. La última es la actual, evidentemente, aunque el rendimiento de los capellitos está siendo bastante decepcionante. Lo bueno del italiano es que no engaña a nadie: él no promete espectáculo, sino resultados. La mala noticia para Inglaterra es que tiene enfrente a uno de los mejores equipos del Mundial, la nueva Alemania de Joachim Löw, de Mesut Özil, de Thomas Müller… Un equipo que ha soltado el lastre del blindaje que llevaba tiempo haciéndolo insoportable en beneficio de jugadores distintos, producto, en muchos casos, del mestizaje social del país. Aunque sí, es cierto que la otra Alemania ganaba; lo de ésta aún está por ver. A las 20.30, Maradona se vuelve a embutir en su traje de boda para ver en primera fila a su Argentina. El rival de la albiceleste es México, equipo aguerrido y no exento de calidad. Sólo los muy optimistas pueden imaginar que frenen a Messi y cía, pero cosas más raras se han visto. Y en este mismo Mundial, sin ir más lejos.