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Seis centenarias españolas en busca de autor

Publicado el 29 septiembre 2013 por Burgomaestre
Habla Priscilla Steinberg, empleada de la limpieza en las oficinas del semanario “Filstrup Magazine”: “Siento que no te guste Viena”, eso es lo único que oí claramente cuando entré en el despacho del redactor-jefe la otra noche, sin llamar. Habían cortado el agua y no podía fregar, así que pensé que podía marcharme a casa antes. No sé si esa frase tendrá algún significado. Supongo que sí. Siempre lo tienen.Habla Orville Drythroat, mozo de los recados en el “Filstrup Magazine”: Últimamente anda el hombre desconocido: destartalado, irritable, alterado, con el porte desvencijado y emitiendo órdenes contradictorias con voz tonante. Abre la puerta de su despacho, relincha como un viejo garañón desahuciado y se vuelve a encerrar dejando a todo el mundo atónito y desconcertado. Creemos que se ha enamorado y eso a su edad, claro, suele ser fatal.Habla Al Kupersmichdt, redactor jefe del “Filstrup Magazine”: Jamás permitiría que mi vida privada interfiriera en el desempeño de mi trabajo en la revista. Lo es todo para mí. Ando mal de sueño, nada más. El caso es que el reportaje que propuse a los redactores y que tanta extrañeza les produjo, es una idea genial, intachable. Puede que sorprenda un poco que les sacara de sus mullidos lechos para que se pusieran inmediatamente manos a la obra, pero es que las buenas ideas no se deben dejar enfriar porque, inopinadamente, pueden volverse pestíferas... ¡Por todos los diablos! Juzguen ustedes si valió la pena interrumpir el sueño de esa panda de zánganos abotargados. Pasen y lean.Seis centenarias españolas (reportaje del Filstrup Magazine):Esta misma semana se ha hecho público que las compañías de seguros de este país hacen ya previsiones en el sentido de que sus clientes pueden intercambiar oxígeno por anhídrido carbónico durante ciento cincuenta años sin despeinarse. La idea de que la vida humana está limitada a un corto periodo de tiempo empieza a diluirse lentamente y no es descabellado imaginar (con angustia) que Mick Jagger llegará a pasarse más de cien años cantando “Satisfaction”. Así las cosas, el dato que proporcionaron recientemente los científicos de una universidad del Reino Unido que fechaba el momento en el que la Tierra dejaría de ser habitable en un punto del futuro distante entre diecisiete mil doscientos millones y treinta y dos mil setecientos millones de años, empieza a resultar preocupante. Hay que prepararse concienzudamente para tan traumático choque y con tal motivo, esta revista ha seleccionado, como embajadoras de ese futuro en el que todos tendremos que soportar la extenuante carga de la existencia durante siglos, a seis mujeres cuya vitalidad les ha llevado a superar la centuria y a hacerlo con extraordinaria y loable lucidez. Helas aquí.Seis centenarias españolas en busca de autorDoña Benita Medrano, de Ávila (108 años): nos recibe doña Benita, con sus ciento ocho años blancos cubiertos con un pañuelo negro, y bien pronto nos espeta: “Menos homenajes y más dinero”. Encontramos la actitud de la abuela abulense poco amistosa, pero disimulamos y preguntamos gentilmente: -¿Cuál es el secreto de su longevidad, doña Benita?-¿Secreto? Mi secreto radica en que no me intereso por nada ni por nadie. Por mí se pueden ir todos al infierno. El desprecio me ha permitido llegar hasta aquí y pienso seguir enterrando a todo hombre, animal, vegetal o mineral que me he encontrado en mi perra vida.Besamos los puños de la blusa de doña Benita y nos alejamos de su covachuela con una pregunta todavía: -¿Cuál es su verso favorito de una canción?Sin vacilar, Doña Benita contesta:-“Soy una roca, soy una isla”- Y da un portazo que resuena a nuestras espaldas.Seis centenarias españolas en busca de autorDoña Dolores Rodrigo, de Villamarchate (Valencia) (100 años): Encontramos a doña Dolores dando cuenta de un suculento y bien cumplido plato de fabada, lo que nos produce no poca maravilla y envidia. La anciana no convida y nos dirige una mirada interrogativa llena de manchas. Tras tratar de quitarle las manchas con un pañuelo, hacemos la primera pregunta:-¿Es difícil envejecer?Encogiéndose de hombros, doña Dolores Rodrigo replica:-A base de fabada es más fácil, pero, en general, envejecer no tiene ningún misterio. Uno empieza a hacerlo sin darse cuenta, cuando tiene la vida llena de recuerdos y vacía de ilusiones. Los años lo hacen a uno más viejo, pero no más sabio.-¿Cómo, doña Dolores, la experiencia de la vida no lo hace a uno más sabio? –repreguntamos, inquisitivos e incisivos.- Pues no, rapazuelo. Los años te hacen más lento y eso, quizá, te haga parecer más listo, pero es sólo una falsa impresión.- ¿Cuál es su verso favorito de una canción? –preguntamos para finalizar y para huir del olor mareante a fabada.- “Vivir es fácil con los ojos cerrados, ignorando todo lo que ves” Seis centenarias españolas en busca de autorDoña Josefa Zaballa, de Talledo (Santander) (113 años): A doña Josefa no podemos encontrarla fácilmente porque va vestida con la misma tela con la que confeccionó las cortinas, el forro del sofá y el mantel de la mesa camilla del gabinetito en que nos recibe. Al fin vemos aparecer su arrugada carita en un punto que parece flotar a un metro y treinta y cinco centímetros del aire. Como parece que no hay merienda a la vista, preguntamos sin preámbulos (y sin picatostes):-   ¿Ha trabajado usted mucho, doña Josefa?-   ¿Trabajar? Llevo noventa años pluriempleada. He labrado la tierra, he conducido rebaños por la meseta, he arrancado negro carbón de las entrañas de la tierra, he parido dieciséis veces (tres de ellas, partos múltiples), he criado a mis veinticuatro hijos y a media docena de hijos ajenos que pasaban por allí, he regado, sulfatado, desbrozado y roturado campos de fresas y de trigo, he sido veterinaria rural y crítica musical en mis ratos libres (que, debo admitir, no han sido muchos).- ¿Y ha valido la pena, doña Josefa?- No.-Gracias, doña Josefa. Díganos ¿cuál es su verso de canción favorito?-“Ella dijo: yo sé lo que significa estar muerta”Dejamos a doña Josefa sumida (y consumida) en una confortable depresión.Seis centenarias españolas en busca de autorDoña Dolores Herranz, de Corduente (Guadalajara): Sale a recibir Doña Dolores a la puerta de su casita, muy arreglada, con un gran tiesto de geranios sobre el moño. Es coqueta y se le nota porque lleva una falda corta y un escote largo. Enseguida nos pide que la llamemos Lola o Loita y lo hacemos con mucho gusto. Nos invita a probar unos cangrejos, manjar del que se alimenta regularmente y que ella misma se procura al pescarlos con las manos en los ríos de la región.-Usted que ha vivido tanto…Díganos ¿cuántos años ha vivido, de verdad, a lo largo de su existencia?- ¿Vivir de verdad? Pues todos, hijo, todos… Bueno, creo que estuve muerta una hora y media, viendo una película de Antonioni.-¿Se considera usted una persona vitalista?-Sí, rotundamente, y mataré a quien trate de hacerme decir lo contrario. A mis años, ¿sabe, joven?  todavía tonteo con los muchachos de los Testigos de Jehová que salen los domingos a embaucar incautos. Me divierte enormemente hacerles enrojecer hasta la raíz de los cabellos.- ¿Cuál es su verso de canción favorito?- “Si no puedes estar con quien amas, ama a aquel con quien estás”  Seis centenarias españolas en busca de autorDoña María Coego, de Merlín (Pontevedra)(106 años): Hallamos a doña María enfrascada en la tarea de limpiar su winchester “Yellow Boy”, de 1866, una hermosa pieza de su colección de armas de fuego, de la que se muestra justamente orgullosa. “La vida no es fácil, ni cómoda”, nos hace saber, en cuanto nos ve aparecer. Tragamos saliva e iniciamos nuestra intervíu:-          - ¿Cuántos años de su larga vida ha vivido usted, de verdad?-        -  He trabajado mucho… Todavía trabajo “en negro” para completar mis ingresos. Tengo una pensión de mierda ¿A qué se refiere con eso de vivir “de verdad”?-         - Pues… ¡a disfrutar de la maravillosa experiencia que es la vida, doña María!! –replicamos con nuestra más radiante sonrisa.-          -¡Ah, eso!   -Medita unos instantes, agita la mano ante sí como para apartar algún pensamiento inconveniente y concluye-: Juntando todos los buenos momentos, habré vivido unos cuarenta o cuarenta y cinco minutos.-          -¿Le habría gustado vivir más?-   -Sí, claro. Me habría gustado llegar a la hora, por lo menos.-   Y ya para terminar, doña María, díganos cuál es su verso favorito de una canción.-   “Ten cuidado con la tristeza; puede golpearte, puede herirte”Seis centenarias españolas en busca de autorDoña Gregoria Aparicio, de Torrepacheco (Murcia), (114 años): Hemos dejado para el final a doña Gregoria por tratarse de la decana del grupo y porque en Torrepacheco vive una prima hermana del fotógrafo del reportaje, muy querida por él. Doña Gregoria se pasa el día acostada en una enorme cama con dosel, consultando folletos de agencias de viajes, mapas de carreteras y viejos volúmenes de “Vistas pintorescas del mundo”.-Me pirro por viajar –nos explica-. Nunca he salido de estas cuatro paredes.La revelación nos deja algo turulatos y así lo manifestamos.-No se sorprendan tanto. Cuando era jovencita no se estilaba que las mujeres tuviéramos la autonomía de que ahora disfrutamos. Me acomodé y hasta hoy no he visto el momento de salir de aquí. La puerta está ahí, las maletas están hechas, pero ¡a ver quién es el guapo que se va ahora, a mis años! Total, ya para lo que me queda en este mundo…-No diga eso, doña Gregoria, usted todavía nos tiene que dar mucha guerra…- ¡No diga majaderías, joven!- nos regaña la ancianita-. Me voy al otro barrio sin haber visto mundo, sin conocer nada más que lo que he visto en estos papeluchos. Es un asco.-¿Cree usted, doña Gregoria, que si hubiera viajado más habría sido más feliz?-Creo que para disfrutar de la vida, mozalbete, hay que desear siempre otra cosa, algo que no se tiene. Querer estar en otra parte distinta de donde se está es fundamental ¿Comprende? Examinamos la habitación en la que nos encontramos y convenimos:-¡En su caso, desde luego que sí! –Sin darle tiempo a reflexionar sobre el desaire, le hacemos a doña Gregoria la pregunta de rigor, que ha sido común a todas las entrevistadas-. ¿Cuál es su verso favorito de una canción?Doña Gregoria no vacila un instante:-          -“El trigo entre “toas” las flores ha “elegío” a la amapola y yo elijo a mi Dolores, Dolores, Lolita, Lola.”Cerramos nuestro cuaderno de notas y dejamos a doña Gregoria con sus viejos sueños de viajes nuevos. Desde su cama con dosel todavía nos dice algo a modo de despedida:
-El próximo reportaje me lo harán en Marte, ya lo verán.

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