Voy a buscarla a su casa y veo en el reflejo de la puerta los edificios de enfrente. A veces, no la tratamos como se merece. No nos damos cuenta de que está enferma.
Envidio mucho. Quiero ser más siempre. I’ll be fine stopping forward motion.
Tengo ganas de escribirte a ti, de hablarte del viaje que quiero hacer, pero pienso que es egoísta por mi parte, solo quiero que sepas que te imagino acompañándome. Me gustaría volver a estar tomándome algo con amigos y escribirte para que te unas a nosotros después de salir del trabajo, que llegues con esa sonrisota, que vean cómo me mires, que acabemos riendo hasta las tantas de la noche, a pesar de tener que madrugar al día siguiente.
Hablo con Vivi y le digo que estoy conociendo a un chico porque me pregunta. Ella se alegra por mí, yo no. También le digo que mis sentimientos por ti ahí siguen, no quiero que la gente se equivoque pensando que no te soy fiel.
En la cocina de mi casa de I. me acuerdo de la fiesta alemana debajo de aquel puente. Yo estaba, tú también, y ni siquiera nos vimos. Te imagino con tu gorro color café, el que perdiste, una cerveza en la mano, apoyado en una pared llena de graffitis, alguna chica a tu alrededor fascinada con tus historias. Estaba asustada ese día, todo era nuevo, aún no conocía a nadie, no me sentía en mi lugar, tú seguro que ya sí, en tan solo un par de días.
En la cocina de mi piso de Barcelona, me acuerdo de una calle de la misma ciudad de Alemania, una calle que iba de la universidad a la calle principal. Me da nostalgia, a veces creo que me gusta demasiado la nostalgia. Me veo bajo un cielo gris, ya es casi de noche porque atardece muy pronto en invierno. Voy con mis amigos andaluces. Se me encoge el estómago por unos segundos.
Digo que quiero tiempo para mí. Me río pensando que quiero ese tiempo para mí para estar triste y escribir. Si escribes, supongo que no puedes ser totalmente feliz. Un seis de diez, le digo. Es lo graciosa que me considero. Me da la razón.
Tengo ganas de que escuches una canción: Casita, de Goth Babe.