Revista Cultura y Ocio
"Hace muchos años sirve a mi arte (aunque parece que fuera ayer) una criadita agilísima, y por eso nada primeriza en el oficio. Se llama Fantasía. Es un poco despectiva y burlona. Aunque le gusta vestir de negro, nadie le negará que no tiene sus ocurrencias, así como nadie creerá que todo lo hace siempre en serio y sólo de esa manera. Mete la mano en el bolsillo, saca de él un gorrito de cascabeles, rojo como una cresta, se lo pone y desaparece. Hoy está aquí, mañana allá. Y se divierte llevando a casa, para que yo componga relatos, novelas y comedias, a la gente más insatisfecha del mundo: hombres, mujeres, muchachos, vinculados a extraños problemas de los cuales no saben cómo librarse; contrariados en sus proyectos, frustrados en sus esperanzas, y con quienes, en fin, de verdad que es muy fastidioso conversar".
Parece que hablar de un Premio Nobel nos lleva a los últimos concedidos y automáticamente a la crítica sobre si es o no adecuada la elección, pero no está de más mirar en los estantes de una librería o biblioteca y descubrir las joyas que este premio nos ha ido descubriendo por el camino. Hay, como corresponde, grandes nombres y mejores obras tras este premio y justo es, si comenzábamos la semana con un Planeta y a la vista de que el Nobel de este año carece de novelas entre las que podamos elegir para juzgar su labor estrictamente literaria, echar la vista atrás y decantarnos por otro título y autor. Por eso, hoy traigo a mi estantería personal, Seis personajes en busca de autor.
Pirandello nos mete en un palco en el que están ensayando los actores de El juego de papeles, comedia de... Pirandello. Se van colocando cada uno en su sitio, llega el director y empieza el ensayo dando órdenes, hasta que irrumpen seis personajes en el teatro. Necesitan representar su historia, aunque claro, para ellos esa historia es su vida. Así que discuten con el director para conseguirlo quien piensa que tal vez, si les deja hacerlo... ¿tenga la obra para la que se crearon?
Puede que para muchos sea algo novedoso el mezclar planos de realidad y ficción en lo que es de por si ficción, pero si habéis leído a Unamuno y su fabuloso Niebla, sabréis que no es tan nuevo. Podía perfectamente haberme decantado por Unamuno, y seguramente acabaré por traerlo aquí también.
Lo bueno de Pirandello es que consigue convertir este teatro dentro del teatro en una forma de hacernos reflexionar sobre las apariencias y la realidad, enfrentamos la existencia con la imagen que recibimos y también con la que proyectamos. Por supuesto, la obra es un drama, es lo que correspondía al teatro de la época, un buen drama que mantenga la atención del público menos interesado en la filosofía y la reflexión. Pero lo hace de una forma tan integrada que no nos estorba a la hora de pensar tampoco.
Las dos realidades planteadas son los actores, libres de interpretar un guión, y los personajes, condenados a su historia en una especie de contradicción que les permite caminar libremente fuera de su libro pero no les da la libertad necesaria para salirse de su papel. Tal vez, sólo tal vez, como aviso de las historias y los tropiezos condenados a repetirse. Los vemos incluso dar un anticipo de los sucesos que saben ya están escritos.
Y ahi es donde interviene el director, dispuesto a dejar a esos personajes representar su historia para así conocerla y luego recluirlos a un guión que sigan sus propios actores. Pero, digo yo ¿acaso no están los personajes subidos a las tablas cuando los está viendo? Y pregunto además.. ¿cómo ven ellos sus vidas representadas al dedillo por otras personas diferentes?
Al final, tanta moda con la metaliteratura, resulta que lleva poblando libros desde hace más años de los que creemos, e incluso en los clásicos podemos encontrar trazas de ella, como en este caso, en una bellísima obra de teatro caracterizada por el uso cuidado del lenguaje y escrita por todo un Premio Nobel. Merece la pena y mucho bucear en ella.
Y vosotors, ¿alguna vez os animáis a leer teatro?
Gracias