Revista Opinión
Mientras los amantes de las tradiciones se arreglan para asistir a la exhibición pública de una fe que se viste de peinetas y corbatas, y gusta de las aglomeraciones de trompetas y tambores a la intimidad silenciosa que interroga la trascendencia, otros buscan expandir la mirada hacia horizontes infinitos donde confluyen todas las líneas y todos los pensamientos, para compartir lo que se transmitió desde la crianza y que aflora en esos instantes de complicidad mecidos por la brisa y prendidos en los ojos que intercambian sentimientos, conversaciones y recuerdos entre madre e hijo. Elijo esta pasión familiar a la que celebra el dolor y la muerte en el orbe cristiano, mil veces.