Revista Diario
Estamos en la Semana Mundial de la Lactancia Materna como casi todos sabéis. Salvo en España que se celebrará en octubre. Y con el post de hoy quiero hacer mi pequeño homenaje. Muchas han sido las mamás que han escrito sobre el tema. Y lo que yo más valoro son las historias personales, aquellas donde la mujer cuenta sin pudor su historia de lactancia. Da igual si ha sido buena, mala o regular, todas sirven y de todas se aprende. Compartir tu historia ayuda a otras madres a mejorar, a saber más y todo ello nos une y nos hace sentir en compañía.
El lema de esta semana es: comunícate, porque compartir hace que los fantasmas que puedan rodear a la lactancia desaparezcan.
Hace ahora un año contaba yo mi historia de lactancia en dos partes. Aquí os contaba como empezó todo, cuando mi pequeño nació, nuestras dificultades, las zancadillas que la vida nos puso. Superados los primeros baches del camino la lactancia fue maravillosa, podéis leerlo aquí. Pero tristemente los problemas de salud acabaron definitivamente con ella. Aunque no me quejo, en absoluto. Mi hijo y yo hemos disfrutado de 15 maravillosos meses de lactancia. Yo he sido feliz ofreciéndole mi pecho y él ha sido feliz lactando.
Muchas son las madres que tienen dudas con respecto a la lactancia materna. Muchas piensan que no pueden, que no valen, lo que yo quiero difundir es una idea que hoy reflejaba maravillosamente bien Eloísa en su blog Una Maternidad Diferente. La mujer solo necesita confianza en sí misma, entre todos (Gracias Eloísa por tus hermosas palabras) debemos empoderar a la mujer. Si la mujer sabe que puede, podrá. Pero nuestro sistema social ha corrompido muchas veces hasta nuestros deseos. ¿O no sabemos todos de maravillosas madres que quieren pero se encuentran trabas por el camino que no pueden o no saben resolver?.
Mamá (contra) corriente escribió un post ayer muy revelador, y del que podemos y debemos sacar moraleja. Nos explicaba las razones por las cuáles no acudió a un grupo de lactancia a solicitar ayuda, una ayuda que necesitaba y que no sabía cómo ni a quién pedir. El motivo principal de no acudir fue el miedo. Cuando alguien como yo lee esto, una mujer empeñada en ayudar a quien lo solicite, empeñada en estudiar todo lo relacionado con la maternidad, crianza, lactancia, me duele en el alma comprobar que hay madres que tienen miedo de pedir ayuda. Pero si la lectura del post es interesante, y totalmente recomendable, los comentarios no tienen desperdicio. Madres que confiesan haber sentido no solo miedo, sino también el desprecio y la falta de interés de ciertos grupos que se llaman de ayuda.
Como miembro de una Asociación de Lactancia, y conocedora de varios grupos me sorprende lo que cuentan. Pero como conozco a estas madres, sé de su veracidad. Los grupos que yo conozco, llevados por asesoras estupendas, formadas, competentes y ante todo madres amorosas son todo ayuda, apoyo y comprensión. La labor de una asesora de lactancia en primer lugar es no juzgar y además respetar en todo momento las decisiones que la madre tome, ya sean optar por la lactancia materna, mixta o artificial. Nuestro deber y nuestra pretensión ha de ser simplemente ayudar e informar. Así lo veo yo, y así intento hacerlo.
Pero como estudiosa de la lactancia materna que soy tomo muy en consideración lo que en este blog amigo cuentan muchas madres. Mi intención no es que se nos vea como mujeres que juzgamos o criticamos a aquellas que tienen dificultades, ni que se nos vea como un grupo cerrado que solo acepta a otras madres lactantes. Muy lejos de la realidad. Y si en algún momento esa ha sido la imagen que se ha visto, mucho trabajo hay por delante.
Hablo por mi, pero sé que muchas otras mujeres se sentirán identificadas. Mi intención no es solo intentar, en la medida de mis posibilidades, ayudar a cualquier mujer que así lo solicite con la lactancia de su cachorro, sino también informar y asesorar a toda mujer embarazada para que pueda manejar toda la información necesaria.
En cualquier caso, y como ya todos sabéis, las puertas de mi blog, mi casa, están siempre abiertas para todo el que quiera entrar, pedir ayuda, apoyo o diálogo.