Semana Santa

La Semana Santa toca a su fin, y con ella todas las procesiones que se organizan a lo largo y ancho de este país, el cual tiene la peculiaridad de que, según las estadísticas, la gente va cada vez menos a misa y las vocaciones de fe están de capa caída, lo cual hace que los seminarios estén cada vez más vacíos, pero, al mismo tiempo, cada Semana Santa salimos a hacer procesiones y a verlas. Al menos a mí personalmente nunca es que me hayan llamado demasiado la atención esta clase de actividades, más bien al contrario. No es que me considere ateo ni nada parecido, pero nunca me ha llamado la atención el ver cómo un grupo de personas llevan imágenes de la virgen o de otros santos con un peso de hasta varias toneladas de un lado a otro, eso por no hablar de la recreación del Calvario de Cristo. Solo de verlo por televisión o alguna foto ya me da cierto repelús cómo gente se martiriza de esa manera.

Pero, en el fondo, soy consciente de que cada cual tiene la fe que tiene, y no voy a ser yo quien les diga lo que han de hacer con esta fe. Pero me llama poderosísimamente la atención que en un país calificado como laico vivamos en torno a las fiestas religiosas, y es que varias fiestas de nuestro calendario se basan en la religión. Semana Santa, el día de la Asunción de la Vírgen (15 de agosto), la Navidad, San Esteban, el día de Reyes..
Y eso por hablar de las fiestas del calendario. En el caso de que a la Iglesia le dé por celebrar algo, hala, la ciudad en cuestión hecha un caos. ¿Quién no recuerda la visita de Benedicto XVI a Madrid hace cuatro años? Me apuesto lo que sea a que para muchos madrileños, aquella visita le supuso más problemas que otra cosa. O cuando vino a Barcelona a elevar al rango de catedral la Sagrada Familia. Venga especiales de televisión para mostrar a todo el mundo el evento. A ver, que no es que no esté orgulloso de que un símbolo de mi ciudad sea elevado a catedral, pero creo que los que no nos va el tema de la iglesia tenemos derecho a poder ver otra cosa por televisión.
Obviamente, los católicos están bien contentos, pero hay quienes no comulgamos demasiado con esta clase de cosas. Al menos yo personalmente, como otras muchas personas, vemos estos días más como unos días de vacaciones que como otra cosa. Al menos yo llevo bastante tiempo sin encender la televisión estos días. Sinceramente, no tengo ganas de ver infinidad de especiales de algo que ni siquiera me interesa.