Hecho nº 1: El nivel de rigidez de la burocracia francesa ha vuelto a superarse a si mismo.
Hecho nº 2: Voy a matar a mi profesora de yoga.
Un poco de contexto: en Francia la carrera va por años, no por asignaturas separadas. Uno se inscribe a un año determinado de su carrera y si la media es mayor de 10 sobre 20, apruebas todo, y sino, repites, como en el instituto. Hay además una asignatura optativa cada año que, aunque no cuenta para la media, hay que tener para que te validen el año.
He aprobado todas mis asignaturas. Tengo una media más que decente, con mención incluida. He hecho todas mis asignaturas optativas. Y, sin embargo, la desgraciada que da las clases de yoga ha decidido no validarme su clase porque no contó bien mis horas de presencia. Resultado: en mi boletín de notas, una enorme mención: SEMESTRE NON OBTENU.
¿La solución propuesta? Repetir el año que viene. Quedarme en Aviñón un año más, pagar la matrícula completa de nuevo (les recuerdo que aquí la cosa va por años, no por asignaturas) y todo para dar una clase a la semana de yoga. Sí, sí, una hora y media semanal de yoga.
Yo la mato. A ella, al que ideó el sistema educativo superior francés y a la madre que les parió.
Por suerte, mis plegarias han sido escuchadas por ese ente todopoderoso que es la secretaria de mi departamento quien, con sus poderes infinitos, me ha validado la asignatura por decreto. Y porque, por lo visto, no soy la primera que se queja de dicha profesora. Y en mi nuevo boletín: SEMESTRE OBTENU.
¿No se suponía que el yoga era una actividad relajante? Porque no sé al resto, pero a mí me ha dejado de un estresado...