En 2012 el mercado de las semillas movió aproximadamente 44.000 millones de dólares. Este mercado está controlado por unas cuantas multinacionales (Monsanto, Syngenta, DuPont) cuyas estrategias comerciales están acabando con la biodiversidad de las plantas en todo el mundo. Este acaparamiento y control de las semillas y de la forma de producción agrícola que conlleva, está siendo duramente combatido por varias asociaciones que luchan por que tanto particulares como agricultores recuperen un derecho expropiado por la industria.
“Un número cada vez más reducido de empresas producen semillas cada vez más homogéneas que se distribuyen en zonas cada vez más extendidas. ProSpecieRara, Suiza”.
En el lado opuesto de las multinacionales, varias organizaciones luchan por cambiar esta dictadura y devolver las semillas a los agricultores y a los aficionados a la agricultura. Se trata de cultivar diversidad y recuperar especies que el mercado se está encargando de extinguir.
El asunto de las semillas lleva tiempo generando polémica en Europa, donde para poder ser comercializadas, las semillas deben estar presentes en un catálogo oficial el cual no registra un gran número de variedades antiguas y locales. Por otro lado, las empresas dedicadas al comercio de semillas han comenzado a patentar las especies y prohíben a los agricultores la reutilización de sus granos, pese a que se criaron en sus propias tierras. Para lograr este control y asegurarse sus beneficios económicos, ciertas empresas del sector comercializan especies híbridas infértiles que hacen imposible su germinación. Este método lleva a la privatización de seres vivos, hecho denunciado por organizaciones ecológicas, anti OGM y síndicatos agrícolas.
Diversificar y seleccionar.
El departamento encargado de la alimentación y la agricultura de la ONU apoya la diversidad y por ello en 2001 preparó un Tratado Internacional sobre los recursos fitogenéticos que, entre otros objetivos, fue creado para reconocer la importancia de los agricultores y de quienes trabajan la tierra en la conservación de la biodiversidad. Porque las semillas se conservan creando bancos genéticos pero también seleccionando de forma natural las plantas que se adaptan progresivamente a su medio. Es necesario sembrar y dejar que las plantas evolucionen para confirmar su adaptación y evitar el uso de agentes químicos. En españa, la Red de Semillas Resembrando e Intercambiando (RdS) lleva más de 10 años luchando por convervar las especies locales y la biodiversidad nacional e internacional. El objetivo objetivo primordial de la RdS es “facilitar y promover el uso, producción, mantenimiento y conservación de la biodiversidad agrícola en las fincas de los agricultores y en los platos de los consumidores debido a la grave pérdida de recursos genéticos que asola a la agricultura y ganadería, de la que ya llevamos perdida en el último siglo más del 75%, según datos de la FAO.”
En Suiza, la fundación ProSpecieRara lucha por la diversidad patrimonial y genética relacionada con los vegetales y los animales. Su misión es preservar las semillas de las plantas antiguas y raras cultivándolas antes que almacenarlas en congeladores gigantes. Para esta fundación suiza lo esencial es mantener estas especies vivas en su hábitat natural y no catalogarlas. ProSpecieRara hizo un llamamiento a la población suiza para que pasaran a recoger ellos mismos las semillas de tomates. Según una portavoz de la fundación “hoy en día todo el mundo dice que los tomates del supermercado carecen de sabor. Por ello propusimos a nuestros simpatizantes que no pidieran semillas de variedades especiales y las plantaran. El objetivo era que recogieran las semillas para germinarlos de nuevo. Queremos llamar la atención sobre el hecho de que el 90% de los tomates comercializados en los grandes supermercados son híbridos infértiles de los cuales será imposible extraer semillas”.
Las semillas tienen un tiempo de vida limitado y requieren adaptarse al medioambiente. Por eso, si bien aquellas especies conservadas en congeladores podrán germinar de aquí a muchos años, seguramente ya no podrán adaptarse al medio en el momento de ser plantadas y se acabarán perdiendo. La solución es conservar las variedades en peligro de extinción de forma activa, es decir, cultivándolas y germinando después sus semillas para continuar el ciclo natural.