Revista Mundo vegetal
Hablar del tema de las semillas me gusta y me incomoda. Me gusta porque cada nueva plántula es una esperanza, una ilusión.
No tengo una formación en ciencias, pero tengo bien interiorizado que ninguna rosa, polinizada intencionalmente o de forma natural, obtenida de semilla, será igual que sus progenitoras. Es más, normalmente las obtenciones de semilla empeoran a sus ancestros. Ahí está la gracia de la hibridación: generar un espíritu crítico para desterrar las plantas sin valor e insistir hasta lograr alguno de nuestros objetivos. Ocurre lo mismo que con un artista, que nunca ha de estar satisfecho con su obra, aunque en cuestiones de hibridación, el azar influye muchísimo. Las semillas, para multiplicar rosales, sólo son un buen sistema si hablamos de ESPECIES y de semillas recogidas en un medio natural. Aún así, en cuanto a las especies de rosal, en la naturaleza encontramos híbridos naturales y muchísima variabilidad.
Durante el año 2010, todos los cruces que he hecho han sido cerrados, es decir, he decidido qué pólenes y qué semillas quería utilizar y así he procedido. Principalmente, he optado por utilizar rosales de porte compacto o miniaturas en prácticamente todos los cruces. Utilizar semillas de polinizaciones abiertas me ha servido para coger experiencia a la hora de germinarlas y valorar la fertilidad de determinados progenitores.
Más adelante, en cuanto empiecen a florecer los plántulas de este año, os pondré algunas fotos.
"Una rosa es una rosa es una rosa". Gertrude Stein.