La verdad es que han sido dos seminarios muy seguidos, y no acabé de decidirme a hacer la entrada del tercero en las tres semanas que ha habido entre uno y otro.
El tercero fue un seminario centrado en el postparto, dado por Cristina Triviño e Inma Santos Orellana, una cada día. A mí me llego de forma un tanto especial este seminario, lo vi como desde la distancia, no sé si tal vez porque mi postparto inmediato fue bastante sui generis y no acababa yo de ubicarme allí o por qué, pero me parecía que se hablaba de postpartos que nada tenían que ver con el mío. Obviamente, el mío fue raro, yo no pude permitirme entrar realmente en el postparto hasta 20 días después de parir, y a partir de allí fue todo vertiginoso, con una mezcla de subidón por tener a mi niña en casa y de angustia por todo lo pasado, que realmente poco tienen que ver con el descanso y el estar para adentro habituales en un postparto normal. Pienso que probablemente eso tuvo mucho que ver con mi asimilación del seminario.
Con Cristina trabajamos bastante la parte teórica, y ella nos habló de un ritual que practicó allí mismo con una compañera y me pareció alucinante, la cerrada de caderas, de la que me ha costado encontrar información en la red pero podéis ver de que se trata aquí.
Con Inma llegó la parte práctica. Bailes, canciones, teatro, risas y meditaciones, en realidad para mí, que tengo un sentido del ridículo bastante acusado (y aguafiestas), fue bastante duro afrontar ese seminario. Si bien me costó sentirme cómoda, y a pesar de que muchas veces estuve tentada a observar las dinámicas desde fuera, finalmente logré hacerlas todas y no sólo eso... realmente vi cómo me sentía mejor tras tanto ratos de risas, cómo mi nivel de endorfinas había subido... así que en realidad me resultó una visión muy interesante de cómo manejar el bienestar, y cómo cambiar las malas sensaciones por buenas...
El seminario de ayer no tuvo nada que ver. Yo lo esperaba con muchas ganas, se centraba en los casos complicados, y lo impartía Tuty García Morodo, directora de Khardaia y un maravilloso ser de luz. Este seminario ha sido para mí un regalo, me ha permitido cerrar al fin mi proceso. Y es que además de la parte teórica, tuvimos también parte práctica.
Después de comer, Tuty nos pidió que nos tumbáramos y nos relajáramos con los ojos cerrados. Pensé que se trataba de otra meditación, pero al cabo de poquito, en silencio, Tuty me avisó para que me levantara y me pidió que eligiera a una compañera para trabajar. Sólo tuve que pensar un segundo antes de decidir. La práctica iba a consistir en que, basándonos en mi caso, mi compañera hiciera de mí y yo hiciera de doula. No puedo más que agradecerle a Patri su entrega y su generosidad, porque me ayudó a sanar por fin. Se metió completamente en el papel, me contaba entre lágrimas como se sentía... en ese momento, me olvidé de que se trataba de mí, de que era mi dolor el que estaba viendo en espejo. Sólo veía a una mamá fuerte, valiente, a la que no podía dejar de admirar por todo lo que había luchado... y de repente me di cuenta de que era mi reflejo, pude verme a mi misma desde otro lado, entender y aceptar por fin. Sentirme por primera vez cómoda con mi historia, sin apenas rencor, aceptando que las cosas fueron como fueron pero que tuvieron un sentido y de las que he podido sacar muchísimas cosas buenas.
Fue una catarsis maravillosa que me permitió pasar página por fin.
Al día siguiente, con la misma compañera y el mismo caso, cambiamos los papeles, yo volví a ser yo, y mi compañera mi doula maravillosa. Ella me hizo visualizar un nacimiento diferente de mi hija, obviamente no fue real en el plano físico, pero sí que lo sentí en el emocional, y fue sanador y me limpió por completo... por primera vez, las lágrimas al recordar el parto, fueron de alegría, pues pude por fin alejar lo malo y centrarme en lo maravilloso que fue recibir a mi hija, de la manera en que fue, porque las cosas son por algo, y todo este proceso me ha ayudado a crecer tantísimo a entender tantas cosas, que me siento bendecida.
No fui la única que sanó. Vi algo maravilloso, la fuerza que tienen las mujeres al servicio de las mujeres, lo que puede hacer la unión y el amor. Y además de ese maravilloso regalo que fue para mí sentirme así, gracias a la doula que me ayudó a superar lo pasado... me llevo otro inmenso, precioso, que es mi otra doula, elegida para el presente y el futuro, que aceptó acompañarme y me dio toda la paz del mundo. No eres solo mi doula, te siento mi hermana.
Para rematar un fin de semana lleno de regalos, el domingo por la tarde, decidieron entrar algunos hombres a acompañarnos en el círculo. Entre ellos, mi compañero maravilloso, cuyas palabras fueron una caricia al corazón y la reafirmación de que tengo un guerrero a mi lado.
Fue hermoso escuchar sus puntos de vista, ver con qué facilidad tanto ellos como nuestros niños, presentes también, se integraban en el círculo y todo fluía de manera tan natural.
No tengo más que palabras de agradecimiento para esta formación, para Tuty, para mis compañeras, para mi familia por el esfuerzo que están haciendo para que yo pueda no solo formarme, si no también crecer. Ha sido la mejor decisión de mi vida, sin lugar a dudas.
La súper buena noticia, es que cuando acabe el curso hay más, el posgrado, tan solo de ver el temario del posgrado de este año ya se me hace la boca agua... os lo dejo aquí, por si alguna doula ya formada me lee, que sepa de esta maravillosa oportunidad de seguir creciendo! (Por si no se ve bien, dejo el enlace del curso aquí)