Seis días corrientes (Neus Ballús, 2021)
Un inmigrante marroquí en Cataluña llamado Moha empieza una semana de prueba como fontanero y electricista. Durante seis días laborables visita diferentes casas con Pep y Valero. El primero está a punto de jubilarse, y al segundo le cuesta aceptar a Moha como nuevo compañero. ‘Seis días corrientes’, el tercer largometraje de Neus Ballús, fue desarrollado a lo largo de dos años con los tres actores principales, que no habían actuado antes, sino que eran instaladores de verdad. A raíz de improvisaciones y trabajo con ellos, el guion fue escrito prácticamente a medida para Moha, Valero y Pep, que interpretan versiones de sí mismos.
Este sistema que hibrida la realidad con la ficción se traduce en pantalla con mucha frescura y naturalidad en las situaciones que vemos (incluso las más descabelladas), y en las interpretaciones, dando lugar a escenas muy entretenidas de humor cotidiano.
Mediante reflexiones de Moha narradas sobre planos de fachadas de edificios y gente corriente viviendo su vida se subraya la idea de prestar atención a los detalles del día a día y a la gente de a pie, lo cual acaba conectando con el mensaje principal de la película: choque cultural, integración en la sociedad, empatía y la aceptación del inmigrante. No es demasiado trascendental en su tratamiento de estos temas, dando un mensaje positivo pero un tanto simplista, aunque tampoco creo que fuera el objetivo de la película ir más allá. Realmente, su mérito yace en su sentido del humor y en su representación realista de gente real haciendo cosas reales teniendo relaciones reales. Es ligera, divertida y enternecedora; un experimento cinematográfico de resultado sólido.
Saloon Huda (Hany Abu-Assad, 2021)
En la Palestina ocupada, el Servicio Secreto israelí recluta a las mujeres más vulnerables como informantes a base de chantajes. En la peluquería de Huda (Manal Awad), ésta se encarga de drogar a dichas mujeres para fotografiarlas en situaciones comprometidas, eligiendo a aquellas con los maridos más celosos o controladores. Reem (Maisa Abd Elhadi) es una de esas mujeres, una joven madre para la que una visita a la peluquería se convierte en una absoluta pesadilla. Aunque los personajes sean ficticios, la historia está basada en hechos reales y sirve para mostrar la situación de Palestina, sobre todo para las ciudadanas más vulnerables: las mujeres.
El director palestino Hany Abu-Assad no puerde el tiempo e inicia ‘Saloon Huda’ mostrando en plano secuencia la tensa e incómoda escena en la que Reem es sedada y fotografiada, y aunque en otras instancias posteriores demuestra el mismo control del tono y el suspense, la potencia de ese arranque no se vuelve a recrear del todo, y poco a poco va perdiendo fuerza.
Las dos mujeres al frente de esta historia son casi opuestas en su actitud frente a la situación en la que se encuentran: la aceptación reticente de Huda versus la resistencia y agonía de Reem, pero son sólo dos ejemplos de la impotencia que siente todo un país. En el caso de Reem, verse en una situación en la que está forzada a traicionar a Palestina es su peor pesadilla. Aunque en su desarrollo no haya nada particularmente memorable, tiene un potente valor político y reivindicativo, que si bien no va más allá de arrojar luz sobre una situación insegura, injusta y moralmente reprochable, no deja de ser un recordatorio necesario.
El hombre perfecto (Maria Schrader, 2021)
Las buenas obras de ciencia ficción son las que emplean sus conceptos y premisas ficticias como vehículos para responder a grandes preguntas sobre la condición humana. En el caso de ‘El hombre perfecto’, la película de la directora alemana Maria Schrader, la pregunta es “¿Podríamos encontrar la felicidad con una persona hecha a nuestra medida?”. Mediante un avance tecnológico que permite crear robots humanoides que respondan a las cualidades que más busca cada persona en el amor, se trata de responder a esa pregunta. Alma (Maren Eggert) es científica en un museo, y participa en un periodo de prueba de dicho invento, lo cual implica acoger a Tom (Dan Stevens) en su casa durante tres semanas.
Llegados a este punto del festival, es refrescante cambiar de marchas con una película como esta. El tono es ligero, pero simultáneamente abre puertas muy curiosas y trascendentales. Agradezco que no se esfuerce demasiado por contextualizar la historia en un futuro concreto, o que no nos translate a una distopía, sino que integre la ciencia ficción en una realidad muy familiar y conocida para que los conceptos se sientan lo más cercanos posibles. Ciencia ficción de estar por casa. Y en este mundo casi contemporáneo, introduce un elemento desconocido a partir del cual poder estudiar dichos conceptos.
La pareja principal tiene mucha química, y concretamente Dan Stevens en el papel del robot es particularmente destacable. Su fisicalidad es fuente de un humor muy sutil y medido, sin llegar a ser ridículo. Siempre erguido y con una sonrisa pegada en la cara, sus movimientos son robóticos, si, pero también encantadores, elegantes. Tiene mucho mérito que resulte tan fácil enamorarse de un personaje no humano.
Como en otras cintas similares como ‘Her’ o ‘Little Joe’, un elemento natural de la vida humana es sustituido por algo artificial, pero ‘I’m Your Man’ se lo toma todo con mucha más calma – quizás demasiada, su extensión podría ser menor y contar la misma historia. Reflexiona sobre cómo un invento como el que representa podría afectar nuestra manera de relacionarnos con otros seres humanos, pero sobre todo se dedica a explotar el potencial de la premisa y hacer que el público llegue a sus propias conclusiones.
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