Revista Viajes

Semuc Champey, exuberante belleza entre la selva

Por Drlivingstone
Semuc Champey, exuberante belleza entre la selva

Guatemala es un pequeño país que pocas veces aparece entre los destinos deseados para los viajeros. Sin embargo pocos países cuentan con una diversidad tan grande, con un impresionante patrimonio herencia de la cultura maya y ciudades coloniales que desafían altivas a los humeantes volcanes. Además gracias al relativo aislamiento geográfico y turístico ha sabido preservar la esencia de esa cultura maya de tradiciones atávicas. Pero si hay algo que nos sorprendió en nuestro viaje a Guatemala fueron sus virginales parajes naturales, verdaderos paraísos ignotos que mantienen su belleza pese a las codiciosas multinacionales.

Uno de ellos es Semuc Champey, un conjunto de pozas de color verde y esmeralda que obnubila a todos los que viajeros que tienen la suerte de contemplarla. Es, de hecho, a ojos de muchos el paisaje más bello de Guatemala, con permiso del lago Atitlán. Sin embargo, Semuc Champey todavía es un lugar ajeno al turismo desaforado y solo unos pocos aventureros tienen la oportunidad de visitarlo. Y es que, el acceso hasta las pozas es duro, por una carretera tortuosa que se adentra hasta las entrañas de la selva, allá donde resiste una pequeña comunidad indígena conocedores de la fórmula de la felicidad.

Al llegar nos esperan un coqueto ecolodge, que se autoabastece de energía solar de manera responsable con el medio ambiente. La electricidad solamente funciona por la noche, pero en las cabañas nadie la echa en falta teniendo un balcón con vistas al río Lanquín, fuente de las pozas de Semuc Champey.

Por la mañana, nos dirigimos a explorar el parque por un sendero de montaña con el rugido de los monos aulladores sobre nuestras cabezas. Es un viaje al Edén, siguiendo el curso del río y ascendiendo lentamente, disfrutando de cada paso. Poco a poco llegamos al mirador sobre las pozas. Desde allí las vistas son realmente indescriptibles y nos sentimos unos auténticos privilegiados.

Descendemos para llegar a las pozas cuanto antes y zambullirnos en sus aguas. Pero antes pasamos por una cascada que súbitamente desaparece bajo nuestros pies para reaparecer unos metros más adelante creando unas piscinas naturales de singular belleza. Para nuestra sorpresa el agua no está fría, ya que proviene de fuentes termales de los volcanes próximos. Allí disfrutamos de las pozas junto a los pocos lugareños, que se lanzan por las pequeñas cataratas con enorme destreza. Nosotros no somos tan diestros, causando algún que otro culetazo y las risas del personal.

Tras un buen rato de chapuzones, regresamos por otro sendero hasta llegar al campamento, que nos espera con la comida para reponer fuerzas. Por la tarde todavía queda otra sorpresa, adentrándonos en una cueva con un río subterráneo, con la sola ayuda de una vela y el agua por a la altura del pecho. Un punto extra de aventura para la estancia en Semuc Champey. Posteriormente, emulando a los muchachos de la aldea, nos lanzamos río abajo en neumáticos de coche, dejándonos llevar por las emociones de un día intenso e inolvidable.

Para acabar la jornada compartimos charlas y cervezas antes de que los amables trabajadores del ecolodge nos dieran otra sorpresa. Ese día cumplía los años una viajera y le habían improvisado una tarta con los escasos ingredientes de los que disponían. Poca gente es tan afortunada de haber cumplido los años y sus sueños en el mismo día. Una experiencia que recordará toda su vida, como los afortunados viajeros que pudimos pasar un día en el paraíso.

Semuc Champey, exuberante belleza entre la selva

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