Senda a la ermita de San Frutos en el Duratón
Es la imagen del parque natural de las Hoces del Río Duratón y algo más que un monumento. Esta ermita, dedicada al patrón de Segovia, está enclavada sobre las paredes calizas, rodeada por un meandro del río Duratón y cada día la sobrevuelan los buitres leonados que habitan en los cortados. El paisaje es bello y está lleno de contrastes, una mezcla de historia, religiosidad, belleza y naturaleza.
Senda de la Ermita de San Frutos.
Para llegar a la Ermita de San Frutos, hay que dejar el coche en un aparcamiento situado a un kilómetro del destino.
En el camino, desde lo alto, contemplamos las hoces que ha ido creando el Duratón horadando la piedra caliza del terreno. Junto a él, al fondo, vemos la vegetación de ribera que, en estas fechas, adquiere tonos amarillos. Desde el río y hasta donde estamos nosotros, se levantan unos enormes cortados que alcanzan en algunos puntos los 100 metros y que son el hogar de muchos buitres que vemos sobrevolando nuestras cabezas. Estas paredes, en las que se abren orificios y cuevas, han sido usadas por los pastores para guardar el ganado. Es fácil ver los refugios que crearon en ellas. A nuestro lado, menos llamativo pero también importante, la panamera, un suelo pobre donde crecen sabinas, tomillos y enebros, el lugar donde habitan seres vivos como la alondra de Dupont o las grajillas. No olvidéis los prismáticos.
Una de las hoces del Duratón
Durante todo el trayecto, vamos viendo, además del paisaje, la ermita de San Frutos, dedicada al patrón de Segovia. Esta ermita, de gran valor, es más que el símbolo del parque. Cuentan que hasta esta zona, se retiró un rico segoviano, San Frutos, junto a sus dos hermanos, a finales del siglo VII. Buscaban una vida eremita, y se alojaron por separado, primero en cuevas y después en ermitas.
A San Frutos se le atribuye la fundación de este templo aunque lo que vemos hoy en día es una construcción posterior, románica, levantada en el siglo XII y retocada y ampliada en múltiples ocasiones. Junto a ella aparecen otros elementos de interés como las tumbas antropomorfas visigodas, un horno de piedra creado sobre los restos del antiguo monasterio y lo que llaman la tumba de los santos al lado del cementerio de Carrascal del Río.
La Ermita de San Frutos desde el otro lado
Tumbas antropomorfas junto a la ermita de San Frutos
El horno en las paredes del viejo monasterio
El cementerio de Carrascal del Río
En la zona se aprecian también las huellas de dos de las leyendas (o milagros) de San Frutos. La primera se conoce como la cuchillada. Antes de llegar a la ermita, cruzamos un puente que salva una grieta en las rocas. Se dice que es una cuchillada abierta por San Frutos con su bastón para proteger a la población local, refugiada en la zona de la ermita, de unos musulmanes infieles. La segunda ocurrió siglos después de su muerte y lleva por nombre la despeñada, en referencia a la historia de una mujer a la que San Frutos salvó después de que su marido la arrojase al vacío. Cuentan que la señora, tras el milagro, donó sus bienes a la ermita y hoy una inscripción la recuerda.
La alusión a la “despeñada” salvada por San Frutos.
El día 25 de octubre es el día de San Frutos. La gente acude a la romería que se celebra junto a la ermita. Si queréis juerga, es un buen momento para visitarla, si no, cualquier otro día, sobre todo entre semana, podréis disfrutar del lugar en calma.
Ermita de San Frutos Hoces del Río Duratón Senda de la ermita de San Frutos 2015-10-24 Paula Mayoral