El 2024 inicia con un panorama negativo en cuanto a la violación de los Derechos Humanos en el planeta. Los intereses occidentales se interponen a toda posibilidad para avanzar hacia un mundo multipolar de paz constatando la fragmentación de la distribución del poder global. Conflictos bélicos, genocidio, pérdida de millones de vidas humanas, exacerbación en la destrucción de la naturaleza, militarización, explotación del trabajo, crecimiento de la pobreza, concentración del ingreso y la brutal ofensiva del capital evidencian la crisis civilizatoria de las estructuras del capitalismo marcado por la guerra y el fortalecimiento de la carrera armamentista. En este contexto de gravedad, el genocidio al pueblo de Gaza ha intensificado la disputa hegemónica de fuerte confrontación geopolítica. Los Estados Unidos se resisten a aceptar su declive y la decadencia de su condición de garante del orden internacional.
El último informe del Banco Mundial (BM), Perspectivas Económicas Mundiales (2024), pronostica que la mayoría de las economías, tanto las llamadas avanzadas como en desarrollo, crecerán con mayor lentitud en 2024 y 2025 con relación a la década anterior al Covid-19. El documento afirma que la actividad económica mundial en 2024 crecerá 2.4% y 2.7% en 2025, cifras por debajo del 3.1% registradas en las décadas de 2010 y 2020. Según el organismo, la inflación se constituye en la principal amenaza para la economía mundial ya que reduce los ingresos reales y tiene impactos negativos en la estabilidad macroeconómica de los países. La inflación mundial continuará elevada y se situará en 4.1% en 2024.
Mientras tanto, en 2024 y 2025 el calentamiento global se intensificará y registrará incrementos más elevados que los experimentados en 2023, considerado por la Organización Meteorológica Mundial como “el año más cálido jamás registrado”,con sus respectivos desastres económicos y principalmente sociales.
Las economías de América Latina cerraron 2023 con graves problemas que ralentizaron su crecimiento a 1.7%, casi la mitad de lo alcanzado en 2022 (3.8%), manteniéndose una baja tasa de expansión económica en la Región, una persistente inflación, restricciones financieras, fenómenos climáticos complejos y comercio débil. A esto se suma un menor dinamismo de la demanda externa, consecuencia de un bajo crecimiento esperado de los principales socios comerciales.
Los pronósticos del BM sostienen que el crecimiento en América Latina aumentará ligeramente en 2024, al 2.3%, pudiendo situarse en 2.5% en 2025. En este escenario, el PIB de Brasil, una de las principales economías del continente, crecería 1.5% en 2024, aproximadamente a la mitad del ritmo estimado en 2023. Pese a que México ha logrado una estabilidad macroeconómica importante, principalmente en el control de la inflación y la tasa de interés, así como un peso apreciado frente al dólar, el organismo proyecta una desaceleración de su economía de 2.6% en 2024 y 2.1% en 2025, cifras menores a la alcanzada en 2023 (3.6%).
Para Argentina, a pesar de la incertidumbre política, así como los niveles elevados de inflación y la depreciación de su moneda, el BM apunta una recuperación de su actividad económica, pasando de 2.7% en 2024 a 3.2% en 2025. Siguiendo los principios liberales, el gobierno de Milei apuesta a una política privatizadora de los medios de producción con una participación del Estado prácticamente nula, que redunde en beneficios para los grandes empresarios.
En Colombia el PIB pasará de 1.2% en 2023 a 1.8% en 2024 y 3% en 2025. Recordemos que el presidente colombiano Gustavo Petro y su homólogo brasilero Luiz Inácio Lula da Silva se constituyeron no solo en los impulsores de la Cumbre Amazónica, sino que se posicionaron al frente de esta y concluyeron con una propuesta de medidas de protección al ecosistema.
La economía de Chile crecerá un 1.8% en 2024, después de la contracción de 0.4% en 2023. Los pronósticos para la economía chilena son positivos, ya que se espera que el PIB llegue a 2.3% en 2025.
El organismo prevé que Perú tendrá un repunte en su actividad económica de 2.5% y 2.3% en 2024 y 2025, respectivamente, luego de la contracción de 0.4 experimentada en 2023. El pronóstico responde a las expectativas generadas por el aumento en la producción de cobre y reducciones en las tasas de interés oficiales. Sin embargo, tras el golpe de Estado al gobierno del presidente Pedro Castillo se impuso la represión y el autoritarismo, se agudizó la violencia y se extinguió la democracia.
Para 2024 el BM pronostica que el crecimiento en los países (excluyendo a Guyana) centroamericanos se acelere al 4.1% y 3.9% en 2025, con perspectivas desiguales en toda la subregión ya que mientras República Dominicana crecería 5.1% en 2024 y 5% en 2025, Haití alcanzaría el 1.3% en 2024 y 2.2% en 2025, después de cinco años de contracción económica.
Finalmente, el informe advierte que el conflicto en Medio Oriente puede alterar con mayor fuerza los mercados energéticos y disparar el precio del petróleo. La persistencia de la inflación subyacente en las economías avanzadas corre el riesgo de un alza en las tasas de interés globales, así como un ajuste financiero más estricto. Igualmente, el patrón climático acrecienta el riesgo de perturbaciones y desastres relacionados con la naturaleza.
En América Latina la caída en los ingresos reales y los elevados costos de endeudamiento podrían conducir al debilitamiento del consumo e inversión. A este escenario de baja actividad económica se suman la incertidumbre, el caos, el auge de la ultraderecha y la violencia. Para la Región este 2024 es un año crucial: El Salvador, Panamá, Perú, República Dominicana, México, Venezuela y Uruguay celebrarán elecciones presidenciales, las cuales sin duda serán decisivas en la redefinición del tablero geopolítico continental.
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Ximena Roncal Vattuone Mexicana, doctora en Economía Política del Desarrollo
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