Revista Viajes
Una de las montañas más emblemáticas de Cataluña es el Pedraforca, con su forma de U y tres cimas principales: el Pollegó Superior (2506 m) y el Calderer (2497 m) en el pico más hacia el norte y el Pollegó Inferior (2445 m) en el pico sur. Nuestro amigo Muñoz, gran escalador y mejorcilla persona, nos llevó hasta la cima del Pollegó Inferior por una de las rutas más desconocidas para el público dominguero: la Gran Diagonal, que se las trae.
Salimos de Barcelona la tarde del viernes con la misión de hacer la excursión el sábado por la mañana: era la famosa ventana de buen tiempo de la que siempre hablan en los documentales de ascensiones al Everest, K2, Lhotse y demás colinas del Himalaya. La principal diferencia en nuestro caso fue que el camino de ascenso nos encontramos con alguna cabrita en lugar de yaks.
Llegamos el viernes por la tarde a la cabaña que Marina había reservado justo en frente del Pedraforca y se puso a llover a cántaros. La lluvia nos iba a dejar el suelo bueno para la mañana del sábado.
La ventana de buen tiempo, si se abría, duraría hasta las dos de la tarde, así que pusimos el despertador a las 5:45 y a las 7 ya estábamos subiendo esquivando vacas.
El primer tramo, una vez pasada la zona de las vacas, tiene una pendiente considerable y atraviesa una zona de arbustos con pinchos afilados como dientes de tiburón blanco que a Muñoz, que iba en pantalón corto, le encantó.
Una vez superados los arbustos llegamos a una tartera (canchal en castellano global) por la que ascendimos un poco como pudimos debido a lo inestable del terreno.
Superada la zona de piedras sueltas del infierno estábamos tocando ya el gran pedrusco que se conoce como Pollegó Inferior. Y por ahí había que subir, con uñas y dientes, literalmente.
La vía que Muñoz había escogido, la Gran Diagonal, está calificada como difícil en algunos sitios y como ruta de escalada en otros. Es una via estrecha con una pendiente muy pronunciada y con un par de tramos en los que hay que trepar, por lo que hay gente que utiliza cuerdas y arneses.
No es una ruta sencilla, pero Muñoz se la conoce bien y nos echó una mano en los tramos peliagudos, así que la pasamos sin cuerdas. Es realmente bonita y, al contrario que el Pollegó Superior, no está masificada por lo que tuvimos la montaña para nosotros.
En la cima nos comimos nuestros bocatas de paté La Piara tapa negra, que está más bueno que el pan (este eslogan lo crearon antes de la epidemia de celiaquismo que lleva afectando a la humanidad desde hace unos años).
La bajada fue muy bonita ya que teníamos el paisaje enfrente y no como al subir, que en frente teníamos piedras. La Leyenda del Pedraforca
Una de las historias que explican la peculiar forma de la montaña del Pedraforca dice que en su cima, la noche de San Silvestre (el 31 de diciembre), las brujas celebraban sus akelarres. Una de esas noches a alguna de esas brujas le pisaron un callo y se lió la marimorena. Tan fuerte era la discusión que parecía que la montaña, que no es un volcán, iba a entrar en erupción. Los habitantes de los pueblos cercanos estaban muertos de miedo así que empezaron a rezar al arcángel San Miguel, el mismo que da nombre a la cerveza, que entre otras cosas es el general de los ejércitos celestiales y el arcángel que venció a Lucifer. San Miguel, que no tenía tiempo para tonterías, bajó del cielo y golpeó la montaña con su espada, partiéndola en dos y dejando a las brujas en las cimas, bien lejos unas de otras para que no se pegasen más. San Miguel le puso tantas ganas al espadazo que, no solo partió la montaña sino que pulverizó sus rocas, formando las famosas tarteras del Pedraforca.
Enrique & Marina