Senderismo responsable en el Día de la Tierra
El 22 de abril se conmemora el Día Internacional de la Madre Tierra, una jornada que, según las Naciones Unidas, sirve para tomar conciencia sobre los problemas que afectan a nuestro planeta y fomentar la armonía con la naturaleza.
Como toda actividad que se practica al aire libre, el senderismo genera un impacto, tanto medioambiental (en la naturaleza) como sociocultural (en las comunidades locales) y por eso mismo, hay que visibilizar los problemas que acarrea este deporte y ver qué se puede hacer para que su práctica sea lo más responsable posible.
El impacto medioambiental y sociocultural del senderismo
La ruta del Cares se disfruta mucho más en temporada baja.
En los últimos tiempos, el deporte en la naturaleza se ha puesto de moda. Según la última encuesta de hábitos deportivos en España, el senderismo es la tercera actividad más practicada en nuestro país en términos anuales. De hecho, en 2014, el 30% de la población que practica alguna actividad física, había caminado por la naturaleza en algún momento del año.
Para el naturista Ernesto Díaz, la magnitud de este fenómeno y la masificación de algunos enclaves son los principales problemas que genera el senderismo. “Una persona caminando por una senda de una forma respetuosa y recogiendo sus residuos, no molestando a la fauna, no ensuciando el agua, evidentemente, individualmente, tiene un impacto prácticamente nulo. Cuando las magnitudes nos las llevamos a millones de personas o muchos miles de personas practicando el senderismo en una misma zona, el problema se agrava”.
Igual que se ha puesto de moda el senderismo, también han alcanzado fama determinadas rutas. Por ejemplo, la ruta del Cares, los lagos de Covadonga o la senda que conduce a la Cola de Caballo en el parque nacional de Ordesa y el Monte Perdido son transitadas, en terminadas épocas, por miles de personas. Tanta afluencia en lugares concretos genera un impacto negativo. “No es un impacto ya solamente acústico o visual, que lo es, sino también un impacto sobre determinadas comunidades de fauna e incluso sobre los suelos, existe erosión. También existe un impacto sociocultural. Afectamos a ese patrimonio histórico y etnográfico”.
Así, en determinadas zonas, el turismo – acuciado por la práctica de deportes en la naturaleza – ha modificado los modos de vida de algunos pueblos, acabando con viejas profesiones en pro del sector servicios. Por eso es importante tanto saber elegir bien un destino como actuar de manera correcta. Con buenas prácticas el impacto es mínimo.
Senderismo responsable
Evitar los lugares más masificados, no dejar huella, respetar la fauna y al ganado y no saltarse las normas.
Montánchez (Extremadura)
Evidentemente, no todo es malo en el senderismo. Este deporte aporta muchos beneficios tanto para la persona que lo practica como para el entorno; por ejemplo, ayuda a recuperar caminos y patrimonio, reactiva la economía de determinadas zonas rurales, en algunos casos contribuye a frenar la despoblación… No hay que demonizar esta práctica, sino tomar conciencia, aplicar el sentido común y tener en cuenta unos cuantos consejos para que el impacto sea el menor posible.
El primero, evitar los lugares más masificados. “Si todos acudimos a los mismos sitios, primero no vamos a disfrutar de ese espacio y por otra parte ese efecto va a resultar acumulativo”.
Además de evitar las modas, también es importante no dejar huella: la basura ha de volver con nosotros, no hay que realizar pintadas, ni marcas en los árboles, ni llevarse ramas o plantas. Los animales de compañía han de ir atados para evitar que dañen el entorno y molesten a la fauna que existe alrededor. En palabras de Díaz, “nuestro paso por la naturaleza debe ser invisible”.
Además de cuidar el entorno, hay que respetar la fauna: no aproximarse a ella, ni tocarla, ni molestarla. Para eso, lo mejor es caminar en silencio y en ningún caso compartir la ubicación de especies protegidas que hayas podido encontrar por el camino.
El mismo respeto hay que mostrar con el ganado doméstico. Para evitar que los animales se escapen, hay que dejar las vallas cerradas a nuestro paso y no deberíamos molestar ni alimentar a los perros pastores. Estos animales no están abandonados, están trabajando.
Por último, es necesario informarse y cumplir las normas de cada sitio que pueden variar según la época del año. Esto incluye no hacer fuego (salvo en lugares o épocas en las que est
é permitido) y no bañarse en zonas no habilitadas para ello ya que nuestras cremas y nosotros mismos podemos dañar el enclave y a los seres vivos que lo habitan. “No nos damos cuenta, pero estamos creando un impacto. Sobre todo en esas zonas que son comunidades muy frágiles, donde hay anfibios, donde hay plantas muy frágiles. Tenemos que tener cuidado”.
Respetar es disfrutar
Montgarri en Val d’Aran
En resumen, para un senderismo responsable, hay que evita las rutas más masificadas, respetar las normas, no dejar huella de nuestro paso y aplica el sentido común. Además, nuestra visita será mucho más enriquecedora si hacemos por conocer mejor el destino, visitando los centros de interpretación, disfrutando de la gastronomía local, dejándonos acompañar por guías (en zonas protegidas, muchas veces son gratuitos o tienen un coste simbólico) y hablando con la gente local.
Un gracias muy grande a Ernesto Díaz, un naturalista asturiano y afincado en León, al que cada cierto tiempo entrevisto para Caminantes. Él me sugirió dedicar un programa a este tema y de él son muchas de las recomendaciones que se plasman aquí.
Valle del Privilegio, Asturias
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