“Señor, sabes realmente no te entiendo, no comprendo lo que estoy viviendo y me siento resentido(a) contigo, porque me siento solo(a). Me siento que me defraudaste, porque realmente esperaba tu respuesta a mi necesidad… la verdad estoy aburrido y sin ánimos para seguir..”
La persona que diga que nunca se ha sentido resentido con Dios, no dice la verdad. Nosotros siempre esperamos de Dios; sea para resolver un problema, ganar un examen, sanar de una enfermedad, obtener un nuevo puesto o ascender en el trabajo, ganar un juicio, salir de la necesidad; en fin, un sin número de situaciones normales que todos tenemos..
¿Pero que pasa cuando no sucede lo que esperamos? Cuando no obtenemos lo que hemos pedido, talvez por años. Y lo primero que sentimos es una sensación de frustración y de soledad, acompañada de preguntas tales como ¿Dónde está Dios cuando lo necesito? o ¿Acaso no valgo la pena, para que te intereses por mí?..
Sabes, todos en algún momento nos hemos sentido así. Sentimos que nada valió la pena y que no hay razón para seguir. Pero déjame decirte que aunque no entendamos la razón, por la que no se cumplió nuestro pedido, Él está trabajando y no nos ha dejado solos.
Cuando Jesús murió en la cruz, sus discípulos creyeron que todo había terminado. Que el hombre que anduvo con ellos por más de tres años se había ido, para no regresar.. realmente estaban desorientados y llenos de preguntas sin respuestas.
Al cabo de los tres días, se dieron cuenta que sus sentimientos no siempre dicen la verdad, que Jesús en verdad estaba vivo, vivo para cumplir lo que Él había prometido. Sigue adelante creyendo que Él cumplirá y suplirá tus necesidades, y que nunca estarás solo(a). Quita de tu corazón la frustración y carga tu vida de alegría, alegría que solamente viene de Él… “ Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente; de generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca” Salmo 89:1.