A la izquierda española siempre le han gustado las divas, las señoronas de cliché recién peinadas, maquilladas, vestiditas en plan niñas bien, pero gritonas, reivindicativas, feministas de postal y femeninas como la que más. Ahora estrenan nueva musa, transmutada en portada de revista, pero no deMundo obrero -el pasquín de su partido-, sino delVogue. La izquierda española siempre ha sido muy de señoras bien vestidas, con clase, pero no clase obrera, claro. Lo decía siempre Umbral, el falso comunista que nunca levantó un dedo contra el franquismo, hasta que murió Franco, tan aficionado a las marquesas que reunían en casa a los intelectuales y los curas rojillos allá por los setenta. Cenas por todo lo alto con servicio uniformado, pero muy de izquierdas, claro.
Ya con José Luís Rodríguez tuvimos una nutrida representación de este espécimen, encabeza por María Tersa Fernández de la Vega, que se hizo un extreme make over, nada más poner un pie fuera de la Moncloa. Posaron en el Vogue para celebrar el gabinete del 50 por ciento, que suena a descuento, pero las rebajas llegaron después y con violencia: 8 años de crisis económica. Luego vendría la diva/tía del Harper´s Bazaar, transmutada en ministra de algo por exigencia del líder espiritual de la cosa, hoy juguete roto de una época que dejará mucha miseria en España.
Todas estas señoronas ya se han bajado de la pancarta, apalancadas en el poder, no salen a la calle desde aquel siniestro 8 de marzo de 2020, cuando se pusieron a repartir carnés de feminismo y Covid por las calles de Madrid. Eso sí, con los chóferes y los guardaespaldas oficiales esperando para llevarlas al ágape de turno o al pisazo en el barrio Salamanca, ni hablar del chalé en Galapagar.
La cuestión es que la izquierda ha descubierto una musa nueva, Yolanda Díaz. Quién la ha visto y quién la ve. Una señorona que ya se muda a Madrid, en vista de que esto de la reivindicación social a favor de los menesterosos -pero lejos de ellos-, da para un ático céntrico y colegio de pago para el niño, no vaya a ser que se mezcle con la canalla de extrarradio, ni siquiera a Irene se le ocurriría. Ahora a capitalizar portadas a costa del peluquero y el maquillador del ministerio, amén de las facturas en vestuario a cuenta del erario público, eso da para Harper´s Bazaar, porque los reportajes en páginas interiores de El País Semanal no interesan si no hay elecciones cerca. ¡Qué tiempos aquellos en los que íbamos a las rebajas de Lefties!
Esta izquierda caviar que acuñó el término cayetanos en referencia a Cayetana Álvarez de Toledo, para ningunear los modos elegantes y directos de la desfenestrada política de derechas, ahora se deshace en elogios con la nueva y rutilante estrella del bando bueno, con su pelo teñido, sus vestidos de Uterque y sin dar un paso por Madrid sin que la lleve el chófer. La diferencia es que los yolandos no llevan pulseras con la bandera de España, sino pegatinas de la republicana.