Más, y más, y más. Todo llega cuando tiene que llegar pero podía hacerlo más repartido, verdad? Cuando tengo días como los que tengo ultimamente, de esos que casi no tienes tiempo ni para respirar, es cuando freno en seco y me pregunto: “¿A dónde vas, Yolanda?”
Respiro, me siento, me mareo solo de pensar en todo lo que tengo por delante y me respondo que “no sé por dónde seguir ni en que punto parar”.
Ahí, en ese justo momento, cojo mi libreta, boli en mano y me preparo para escribirunos segundos:
1.- Ya vuelvo a estar emocionada, como una moto y eso, me descentra, me desvía de mis objetivos y necesidades. Para ello, leo lo que ya tengo escrito para no desviarme de mi verdadera satisfacción.
2.- Siento que tengo que cambiar ese estrés que, por momentos, me domina y más, en estas épocas en las que me suceden muchas cosas y muy buenas. Pero eso no es motivo para agobiarme, estresarme y sufrir.
3.- Pienso en lo que he escrito en otros momentos y me siento más serena. Mi PROYECTO de VIDA está tatuado en un papel, lo recuerdo, lo modifico pero, sobre todo, al tenerlo escrito, no me olvido.
4.- Quiero seguir con mi sencillez pero hay tanto alrededor que, por momentos, se me nubla la vista con algún escaparate o con algún pensamiento. Así que recupero el placer de la lectura o en vez de sacar el coche del garaje de modo inmediato, previamente, me doy una vuelta a la manzana respirando y contando los pasos que doy de modo lento (tampoco a paso tortuga, eh?)
5.- Pienso en mis prioridades y vuelvo a adaptarme a ellas: lo primero es lo primero y no por acelerar la lista, todo me va a salir mejor.
Estos últimos meses están siendo muy intensos…
Si quieres saber cómo desarrollar tu plan de vida, escríbeme a [email protected] y lo hacemos juntas.