Parece mentira que viniendo de ganar lo que hemos ganado y con los años que cargamos en la mochila, todavía a uno le entre el gusanillo encendiendo el televisor para ver el sorteo de una gran cita de selecciones. En este caso es la Eurocopa. La secuela del torneo que cambió la mentalidad del fútbol español para siempre. Como el soldado al que le llaman a filas estando en la reserva. Algo así. Patriotero y chusco, también.
Hasta hace un tiempo lo vivíamos con miedo. Los gigantes de siempre nos parecían inalcanzables y las naciones más modestas prometían convertirse en la sorpresa del torneo si se cruzaban en nuestro camino. Llegados a este punto parecería natural decir que ahora, con el pecho y el palmarés henchido, los temidos somos nosotros, que somos el rival a batir y bla, bla, bla. Pues no. Habremos ganado mucho últimamente pero mi mentalidad hispana sigue siendo timorata. A medida que se acerca el torneo el potencial de los rivales se multiplica y el cajoncito donde guardo mi querida colección de fracasos da un golpe de Estado en mí y me recuerda el peso de su legado. Habremos ganado mucho, sí, pero a muchos no nos ha cambiado demasiado la mentalidad de un lustro a otro. Supongo que será cosa de los genes.
Además, a los más entusiastas convendría recordarles que lo más probable sería no ganar, porque es lo que hace la mayoría siempre, claro.
La tele está puesta y van saliendo jugadores emblemáticos de las sucesivas selecciones que ganaron. Tras Rivera, Schmeichel o Zidane, parece que va a salir el nuestro. ¡Coño! Sale Capdevila en nuestra representación. Lo juro. Supongo que nuestras estrellas consagradas no habrán podido acudir por estar en activo, obviamente, ser fin de semana y tener partido a la vista, ya saben. Y saben también la particularidad de Capdevila y el momento que vive en su carrera. Pero, joder, no puedo negar que me hace una ilusión terrible ver a uno de los nuestros ahí. Y encima es catalán y perico. Quién nos ha visto y quién nos ve… Joan está temblando. Balbucea las palabras que habrá preparado más o
menos y termina el suplicio. ¡Vamos, Capde!
Empieza el sorteo tras los prolegómenos de rigor con los que jutificar la comilona de la UEFA en la bonita capital ucraniana. Algunas cosas no cambian. Ella, la presentadora, una belleza eslava al uso. Él, entiendo, un reputado profesional, lejos de ser un reclamo físico. Machista, sí. Presentan el balón del torneo. Ahora empezarán a decir, sobre todo los porteros, que la pelotita es una condena para ellos. Lo de siempre, vamos. Algo así como una sobremesa de cincuentones al hablar de las bondades de su generación en comparación con la presente.
Les está quedando un poco largo el tema…
Ya salen las bolas. Ahora todo va más rápido. Casi no da tiempo a asimilar la suerte. Nos tocan Italia, Irlanda y Croacia. Parece que hemos tenido suerte. O no. Según en qué mes lo mires…ya se sabe. Debutaremos ante Italia, que parece en plena transición hacia una apuesta más ofensiva. Irlanda, con Trapattoni al mando, será el rival más italiano del grupo. Croacia, lo de siempre. Mucho talento y una genética competitiva para las grandes lides incuestionable.
Que Dios nos coja confesados.