Revista Viajes

Sensaciones encontradas en la Torre de los Perdigones de Sevilla

Por Angelrequena

 

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De la antigua Fábrica de perdigones, fundada en 1885, del barrio sevillano de San Gil solo queda por su singularidad la torre de caída de las bolas de plomo. La proximidad al Puente de la Barqueta, el acceso principal a la Expo´92, facilitó la restauración arquitectónica. Desde el año 2007 la torre sirve como cámara oscura, reclamo turístico para contemplar la ciudad en vivo.

Las sensaciones encontradas provienen de la contraposición entre el uso actual y el que motivó su construcción. Me alegro de que se haya encontrado una nueva utilidad que permita su supervivencia y disfrute. Pero no deja de producirme cierto levísimo dolor que el nuevo uso conllevara la instalación de un ascensor en el hueco de caída de los perdigones.

Debemos a uno de los muchos emprendedores autodidactas de la revolución industrial, el inglés William Watts, la observación de que la forma natural de una gota de un líquido era la esfera. Así en 1783 construyó en su casa de Bristol una torre para tirar gotas de plomo fundido. Lo que es muy difícil para el hombre, fabricar esferas, era lo normal para la naturaleza. El mundo se llenó de torres que dejaban caer gotas de plomo fundido y durante la caída se convertían en esferas. Un depósito de agua las recogía abajo y las solidificaba.

¿Cuántas esferas habrá fabricado la naturaleza en nuestra torre sevillana? La esfera, máximo volumen en la menor superficie, es tan esquiva para el hombre como natural en el cosmos. El pesado plomo se moldea como la leve pompa de jabón.

Un espejo en forma de paraboloide ha sustituido a las miles de esferas pero la torre ha revivido.

Como curiosidad: he leído en una página que era la gravedad la que da la forma esférica, cuando es más bien la ausencia de gravedad.


 


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