Revista Cine
A saber cual será el preocupante motivo por el que tan poca gente comenta últimamente. No identificaré los casos. Pienso en ello y llego a conclusiones contrapuestas, alguna de las cuales es un alarde de chulería e inmodestia y alguna otra, la de justo al final de la calle, es lo completamente contrario: estás acabado, no interesas a nadie, esto es el muro de las lamentaciones que ha acabado aburriendo a todo el mundo, lo tienes bien merecido, baja al metro (al subte) y tírate, tírate.Pero no tengo el pase: que está cada vez más caro. El IVA, sabéis, al 21 %, y los borreguitos a seguir balando.Beee, beee.Leo a Carver y la casualidad quiere que Sigma comente justo sobre ese cuento que acabé de leer: "Parece una tontería": leo a Carver y luego leo a Quim Monzó, que le da una catalana vuelta al espíritu de Carver: ahorra aún más palabras, escupe aún más las frases, y desnuda aún más los escenarios. Te parece que los personajes de Monzó habitan en una página blanca donde todo menos lo que les pasa es completamente accesorio. Como una chroma. Pero sobre Carver: cuánto divorcio y cuánto acto casi intrascendente que muestra su importancia. Botellas en los rincones, escondidas en muebles que deberían guardar toallas o sábanas. Rincones a los que acuden los personajes, casi siempre los masculinos, a encontrar respuestas a sus preguntas. Lástima tener tan poco tiempo para decir lo grande que es Carver (lástima que éste no sea el momento adecuado para decir qué grande es Monzó), pero igual a los dos, al que murió en el 88, con 49 años y bebiendo de lo lindo, y al que aún vive y aún bebe, les gustaría así: corto, breve, sin más en la maleta que lo que vaya a usarse: maestros absolutos.