Sentimiento o Consumismo?
Por Melissa Ramírez Hernández
En la Antigüedad, la figura materna era una imagen divina. Bajo disímiles nombres y en diferentes culturas, fue venerada como creadora de vida, símbolo de protección, sabiduría y juicio. Las primeras celebraciones por el Día de la Madre ocurrieron en la Grecia tradicional de antaño, donde se reverenciaba a Rea, progenitora de los dioses Hades, Zeus y Poseidón.
Sin embargo, no fue hasta el siglo XX que esta fecha se institucionalizó y adquirió carácter internacional. En 1914 se incluyó en el calendario federal de los Estados Unidos y poco tiempo después más de 40 países adoptaron esta conmemoración.
El culto a la grandeza de las madres pudo haberse perdido con el transcurso de los años, décadas, siglos; no obstante, en la contemporaneidad vive como nunca. ¿Será obra de las campañas mercantiles o de lo que en realidad representa emocionalmente? ¿Qué manda en la conciencia, sentimiento o consumismo?
La concepción capitalista del mundo da valor a todo lo existente; una persona, objeto y hasta una fecha, puede ser fuente de ganancias. Lo que para unos es un día bello y especial junto a su ser más querido, para otros es la oportunidad de llenarse los bolsillos con la venta de regalos, postales y tarjetas de felicitación.
Días como ese, los objetos a la venta en ciertas tiendas y negocios privados parecen importados de la Luna, y si no lo son –a juzgar por los precios-, entonces son traídos desde Marte.
Las postales de a peso de repente valen cinco, las flores en moneda nacional cambian a divisa, en la tienda solo quedan perfumes de 10 CUC o más, y a los cuentapropistas les da por vender todo por los cielos. ¿Rebaja? Sí, de vergüenza.
Según el ideal burgués, una buena publicidad –ya sea de radio, televisión, o con el lenguaje gráfico- es aquella que sugestiona, penetra en la psiquis y convence de la “necesidad” de «consumir», «comprar», «gastar», «adquirir»… y todos esos verbos relacionados con dinero. Por suerte, en Cuba, la fiebre lucrativa no está tan alta en ese sentido.
El consumismo y su persuasión han tocado las puertas del corazón. A penas comienza mayo y ya la gente acecha los negocios en busca de la ofrenda perfecta, esa que logrará la sonrisa más grande, el apretón más fuerte. En la actualidad casi no se concibe una festividad como esta sin un “buen regalo”. Un abrazo, un “te quiero” y una flor, no son suficientes.
Al igual que el Día de San Valentín –o de los Enamorados, como decimos en Cuba– el de las Madres rompe récords en las listas comerciales. Este fenómeno es más evidente en países capitalistas, pero de ninguna manera está ajeno a la realidad del nuestro.
Pero más allá de todo materialismo, la imagen de la mujer que nos dio la vida es para muchos sinónimo de devoción, sacrificio, incondicionalidad infinita. ¿Cómo no honrarlas?
En nuestra sociedad, por ejemplo, las madres son heroínas; se lucen como maestras, constructoras e ingenieras, amas de casa, bomberas, policías y hasta magas, siempre ofreciendo lo bueno como por arte de magia.
Desarrollo industrial, tecnológico, social… la modernidad y sus tendencias absorben a la humanidad de manera increíble. Doy una ojeada al mundo en que vivo; reflexiono: “El Día de las Madres ha caído en un vicio de compra y venta…”
Cierro lo ojos “…Pero, a pesar de todo, siempre habrá un sentimiento profundo, un deseo de mostrar amor, de enaltecer la hermosa existencia de quienes nos hacen cada vez mejores personas”. Según el dicho popular “madre hay una sola”, y cuánto me alegra, porque nadie soportaría el dolor de perderla dos veces.