Recomendado por el gran Batera, me acerqué a ver Feelgood a Barquillo, aprovechando que era el último día y que ahora tengo los teatros a la puerta. Una cínica y quizá lúcida descripción de las bambalinas que se esconden en el poder político. Tras la pérdida de la inocencia que siempre hay detrás de quien entrega su vida al fausto de lo público. Otra forma también de ver el mundo naïf del Ala oeste.
El teatro. Siempre el teatro.