Revista Viajes

Seoul express

Por Noeargar
Hanoi, Vietnam. 30 de septiembre 2011Seoul express
3:50 a.m. Las legañas apenas dejan ver con claridad los carteles luminosos del aeropuerto, no se entiende nada, aunque en eso poco tienen que ver las legañas. Algo desorientados pasamos el control de pasaportes, nos peleamos con un cajero automático que habla por los codos y salimos a explorar el lugar. Si hoy es Domingo, esto tiene que ser Seoul.5:04 a.m. Recorremos durmiendo en el tren los 52 km que separan el aeropuerto internacional Incheon de Seoul. Parte por culpa de la burocracia China que nos obligó a modificar nuestra intención de atravesar Tíbet por una ruta algo menos estética rumbo a Mongolia y parte por el azar, que es el realmente quien dicta nuestro rumbo, queriendo ir a Lhasa habíamos acabado con nuestras mochilas en la capital de Corea. 6:10 a.m. Llegamos al centro de Seoul a casi 3500 km del palacio de Potala. Ante nosotros una ciudad con algunos edificios altos y otros no tanto. Una urbe adormecida donde tan solo un puñado de personas, provistos de bastones telescópicos, rompen el silencio en tan inoportuna hora listos para pasar un día en las montañas que rodean a la capital. Únicamente la embajada de Estados Unidos parece tener algo de ambiente, 20 personas la protegen de un jardinero que anega las plantas junto a una escultura de algún ilustre del lugar y dos viajeros noctámbulos que hacen fotos a todo lo que se mueve, que es más bien poco.8:26 a.m. La gran metrópoli se despereza lentamente. Recorremos el antiguo canal de Cheonggyecheon rehabilitado de manera ejemplar para el disfrute de la ciudad. Los más madrugadores comienzan a caminar por el lugar equipados con su ropa deportiva moviendo los brazos a ritmo marcial. Aquí nadie corre, pero las zapatillas que usan no las gasta ni Usain Bolt. 12:20 p.m. El día avanza en Seoul al mismo tiempo que movemos nuestros ojerosos cuerpos al barrio de moda de la ciudad donde pasamos las horas visitando edificios de esos que lucen brillantes en las revistas y que una vez pasado el fotógrafo degeneran con asombrosa rapidez poniéndolos en evidencia. Coches caros, galerías de arte y parejas que pasean perros no comestibles completan la estampa.14:30 p.m. Llevamos 8 horas en la ciudad. Es el momento de detener nuestra fugaz visita para llenar nuestros estómagos con la comida del lugar antes de abandonar la ciudad para siempre. Aconsejados por un amable camarero sin paladar probamos suerte con un par de sabrosos platos “no picantes”. 16:00 p.m. Seoul al fin parece que ha despertado de su letargo. Quedan muchas cosas por descubrir, prácticamente todas, pero no hay tiempo para más, con fuego en la boca es hora de continuar nuestro viaje a ninguna parte guiados por el azar. Mañana nos despertaremos en un país diferente, será un nuevo día, más o menos divertido, más o menos interesante, más o menos picante, pero seguro que distinto.

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