Ayer estuve en la tienda Sephora de la Gran Vía madrileña, y salí absolutamente encantada. No solo que es muy grande y tienes mil productos para probar, sino que las chicas que trabajan allí son lo más encantador que he conocido últimamente, y es por eso fundamentalmente, por lo que me gustó tanto.
Nada más entrar en la tienda me ayudo una encantadora dependienta a encontrar un maquillaje que fuese para mi tipo de piel y después me maquillo dándome trucos y sonrisas. En las tiempos en lo que vivimos en los que entras en las tiendas y solo te encuentras malas caras, desgana y hasta alguna grosería, yo me sentía la reina del mundo con estas chicas.
Después descubrí algo que tienen muy interesante: la barra de belleza. Puedes maquillarte, hacerte la manicura y hasta un estudio de cejas en el momento, y los precios son de lo más asequible. Me hizo la manicura otra dependienta encantadora y muy profesional, porque me la realizo de forma perfecta, por solo 12€ y sin esperar nada.
Espero que con el paso del tiempo no cambien y conserven esta alegría y buenas maneras, no sé si esto se produce en otras tiendas de esta cadena, pero desde luego en la Gran Vía de Madrid sí.
Y después cafecito en Le Pain… está claro que ayer tuve tarde francesa.
Por cierto Sephora era la mujer más bella de todas las esposas de moisés, un nombre precioso.
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