Septiembre

Aunque se confabule el mundo para que lo parezcan, no todos los regresos son iguales: uno vuelve al trabajo, a la ciudad en la que vive, a las cosas que quedaron atrás en el momento de partir de vacaciones (o al revés: si uno es de los que se quedaron, vuelven todos igual) y a los coches que circulan, a los semáforos que se encienden y se apagan, los diarios y la televisión que hablan de operaciones retorno, un cansino eco de la operación salida que bautizaba el principio del verano, y muchos creen al ver el mundo recobrado que la vida sigue grisácea tirando a negra, desprovista de otro encanto que ver el tiempo pasar.
No son iguales, creedme, las sonrisas de reencuentro ni las charlas de atardeceres tranquilos, ni la cerveza con los amigos ni las mañanas de sábados plácidos como el de hoy. Hay sabores del tiempo que tendréis que esforzaros por atrapar, como si fueran ardillas o serpientes que se asustan al oír vuestros pasos; sólo entonces se escuchan las palabras de veras –y las vacías caen al suelo, desfallecidas, para no volver–. Así se viven todos los instantes de los principios nuevos, de la piel acariciada, de las lecturas pausadas, de la buena sabiduría. Y caerá al suelo, como notas inservibles para una ruta al abismo de la resignación, la voz de la absurda monotonía. 
Feliz septiembre distinto :)